El bloqueo de la ciudad arqueológica de Chichén Itzá, en el estado mexicano de Yucatán, está generando pérdidas millonarias a agencias de viaje, guías, artesanos y comerciantes. Campesinos de la zona llevan cerca de una semana cortando los accesos al monumento y manifestándose para exigir la destitución del director de Chichén Itzá, Marco Antonio Santos Ramírez.

Los campesinos, en su mayoría pertenecientes a comunidades indígenas, acusan a Santos Ramírez de corrupción y de atentar contra la cultura maya, entre otros motivos, por permitir la construcción de un tramo y una estación del Tren Maya cerca de Chichén Itzá. En este sentido, desde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han anunciado una inversión de más de 2.000 millones de pesos (más de 100 millones de dólares) para mejorar la ciudad arqueológica, precisamente a cuenta del Tren Maya.

No obstante, los manifestantes no quieren bajar los brazos. “Ya son varios días de cierre de la carretera y no bajaremos la guardia, aunque la situación genere incertidumbre entre los turistas que desean conocer nuestra hermosa ciudad prehispánica”, afirma Jeremías Cimé Ciau, comisario de Xcalacoop, localidad aledaña a la ciudad monumental.

Por su parte, Santos Ramírez asegura “estar listo para poner fin al conflicto”. Mientras tanto, la ciudad arqueológica de Chichén Itzá permanece abierta y lista para recibir a unos turistas que no pueden llegar por el bloqueo de los accesos. “Desde las carreteras hemos visto que llegan vehículos con turistas procedentes de Cancún y Mérida, pero al no poder ingresar en Chichén Itzá los guías optan por llevarlos a cenotes de la región o sitios cercanos como Ek Balam e Izamal”, explica Cimé a EFE.