Los cálculos apuntan que Italia ha perdido unos 20.000 millones de metros cúbicos de agua en lo que va de año, las lluvias se han reducido un 33% respecto a los anteriores, y ha experimentado una subida de las temperaturas de 0,9 grados, por encima de la media habitual. Todo esto pone en relieve la grave situación que atraviesa la Ciudad Eterna, siendo ésta la segunda temporada más seca de los últimos 60 años.  

Es por ello que Roma y el Vaticano han decidido tomar una serie de medidas correctivas para así frenar el malgasto de este recurso, como cortar el agua de todas las fuentes, algo que no sólo podría afectar a sus 3 millones de habitantes, sino que supondría dar una mala imagen a los turistas.

Por otro lado, la sequía está azotando al sector agrícola y ganadero, que han registrado pérdidas que superan los 2.000 millones de euros, lo que ha originado, además, que diez de las veinte regiones italianas, hayan tenido que pedir que se les declare zona de desastre natural, lo que les evitaría pagar el impuesto para agricultores y adquirir un fondo de compensación.