El aeropuerto de Paro (Bután), que se encuentra en las profundidades de un valle a 2.237 metros sobre el nivel del mar y está rodeado por las montañas del Himalaya (de hasta 5.500 metros de altura) y el río Paru Chhu, está considerado como uno de los más difíciles del mundo para aterrizar. Tal es así, que tan solo 17 pilotos en todo el planeta tienen permiso para operar un avión hasta él.

Según ha informado El Confidencial, este es el único aeródromo internacional de Bután, ubicado a 6 kilómetros de la ciudad de Paro. La terminal cuenta con una pista pequeña, de poco más de 1.200 metros de longitud, no obstante este no es el principal reto que presenta el aeródromo, sino las montañas que lo rodean, que dificultan la visión de los pilotos y lo hacen prácticamente inaccesible.

De hecho, los comandantes deben seguir una ruta muy marcada, en la que el avión pasa muy cerca de la ladera de algunos montes y de los tejados de ciertas casas. Incluso, algunos de estos inmuebles están marcados en color rojo, con el fin de que los pilotos puedan ubicarse y realizar determinadas maniobras. Además, solo se puede volar hacia el aeropuerto durante el día y con perfectas condiciones de visibilidad. Sin embargo, esto no supone ninguna garantía para que el vuelo se desarrolle con normalidad, ya que los fuertes vientos que soplan en la zona complican la actividad. Una turbulencia en un mal momento puede resultar catastrófica.

La mayor dificultad que presenta el aterrizaje radica en el último giro antes de enfocar la pista, ya que, tras adentrarse por un paso estrecho entre las montañas, se debe realizar un giro de 45 grados, momento en el que el aparato debe descender y en el que se empieza a ver la terminal. Por ello, las autoridades tienen muy en cuenta, además del tipo de avión que se opera, la vista del piloto, ya que la cercanía de las casas provoca que el ojo humano sea vital para acceder a un aeródromo tan peligroso.

Aterrizaje en el aeropuerto de Paro | Vídeo: Laurus Travel vía Youtube