La tasa turística, que lleva varios años aplicándose en muchos destinos, tiene como primera finalidad la recaudación de fondos.

Ahora bien, ¿es esta tasa una solución para reducir la masificación turística? Personalmente, pienso que no. Por muy elevada que sea, si el turista tiene la intención de viajar a ese destino, lo hará igualmente.

Tenemos un claro ejemplo en Venecia: ha incrementado su tasa turística en varias ocasiones y, aun así, no ha logrado eliminar la masificación.

La tasa turística es, principalmente, un método recaudatorio cuyo objetivo debería ser reinvertir lo recaudado en mejoras de infraestructuras del destino, beneficiando tanto a los habitantes como a los visitantes.

Sin embargo, para que esta medida sea aceptada por la población —aunque no solucione directamente la masificación—, debe percibirse como una forma de mejorar su calidad de vida. Y, para ello, es imprescindible la transparencia.

La transparencia consiste, simplemente, en hacer públicos anualmente los ingresos generados por la tasa turística y detallar en qué se ha invertido ese dinero en el destino.

La inversión puede destinarse, por ejemplo, al asfaltado de calles y carreteras, a mejorar la accesibilidad peatonal, al mantenimiento y limpieza de la ciudad o a otros tipos de equipamientos para los ciudadanos.

Si esto no se cumple, la tasa turística no será bien recibida, ni por los turistas ni, mucho menos, por los residentes, quienes seguirán sin saber a dónde va ese dinero y continuarán protestando por la llegada masiva de visitantes a su ciudad.

 

*Ricardo Zapata García es Técnico y especialista en Turismo