En diciembre de 2019, el Jefe de Gabinete de Ministros de Argentina, Santiago Cafiero, anunció que dentro del paquete de medidas incluidas en el proyecto de ley denominado “Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Económica”, se contempla la implementación de un impuesto del 30% a las compras con tarjetas en el exterior. Esta noticia causó el rechazo de numerosos actores del turismo en la Argentina. Sin embargo, es necesario un análisis profundo de la situación del país y del mismo sector para evitar emitir conclusiones apresuradas sobre la medida.

Fuente: Ahora.com.ar

Fuente: Ahora.com.ar

En primer lugar, nadie puede obviar la delicada situación económica que recibe Alberto Fernández. Sin necesidad de atribuir responsabilidades a las gestiones anteriores, el análisis de la macroeconomía nos permite entender la necesidad de tomar medidas de emergencia. Algunos de los números más alarmantes nos indican que el 40% de los argentinos se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, cifra que resulta más grave aún cuando consideramos a los niños menores de 14 años dado que el guarismo supera el 50%. En el mismo sentido, 15 millones de argentinos padecen de inseguridad alimentaria.

A esa situación crítica se le suma el problema de la deuda. Un estudio llevado adelante por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) revela que la Argentina deberá desembolsar U$D 200.000 millones en los próximos 4 años correspondientes a pagos de deuda. Por lo tanto, este contexto determina la necesidad de tomar medidas inmediatas para la generación de ahorro genuino.

Fuente Observatorio de Políticas Públicas UNDAV en base a Ministerio de Hacienda.

Fuente Observatorio de Políticas Públicas UNDAV en base a Ministerio de Hacienda.

La responsabilidad que le cabe a Alberto Fernández es la de cumplir con dichos compromisos, a la vez que reactiva la economía y asiste a los más postergados. Para eso, lejos de señalar culpables de la debacle o victimizaciones por las posibles decisiones, es necesario buscar soluciones. Cada sector de la economía debe hacer su aporte. El turismo forma parte de la Argentina y no puede pretender la reconstrucción del país sin hacer ningún esfuerzo.

El análisis de las estadísticas de los últimos años nos permiten entender la contribución que esta actividad podría hacer a la economía nacional. Durante el año 2017, se realizaron 12,2 millones de viajes al exterior, mientras que las visitas a la Argentina fueron 6,7 millones. Es decir, una diferencia negativa para el país de 5,5 millones de viajes. En el año siguiente, devaluación y crisis económica mediante, esa diferencia pasó a ser de 4,2 millones de viajes, considerando 11,1 millones de viajes emisivos y 6,9 millones receptivos, significando una reducción de la brecha de alrededor de un 30%. No obstante, dicha disminución resulta insuficiente al contrastarla con las necesidades con las que cuenta el país.

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Fuente: elaboración propia en base a Ministerio de Turismo y Deportes.

Si pasamos del análisis del movimiento de personas al de divisas, los números son más alarmantes al verificar que la relación entre turistas que salen e ingresan al país no es proporcional al gasto que realizan. De esta manera, mientras que en el año 2018, por cada turista que ingresó al país, viajaron al exterior 1,6 turistas; por cada dólar que ingresó al país, se fueron 5 dólares. Esto generó un déficit de U$D 8.000 millones.

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Fuente: elaboración propia en base a Banco Central de la República Argentina.

 

Las fuertes devaluaciones ocurridas durante el gobierno de Mauricio Macri (diciembre 2015, abril y septiembre 2018 y agosto 2019) carecieron de efectividad para frenar la sangría de divisas por turismo. La razón de esa deficiencia se puede explicar producto de la alta inflación imperante durante los cuatro años de mandato. Es así que, el shock devaluatorio contraía el consumo en el exterior por unos pocos meses para luego retomar el camino ascendente. Por esta razón es que, si se busca condicionar la salida de divisas al exterior, es necesario la implementación de un porcentaje fijo que encarezca los viajes.

Cabe destacar que los viajes al exterior representan sólo una parte, y no la más grande, del sector turístico de la Argentina. Según la Encuesta de Viajes y Turismo en Hogares (EVyTH) correspondiente al año 2018, sólo un 37,1% de los argentinos realizó un viaje ese año.

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Fuente: EVyTH 2018.

 

Ese porcentaje representa a 10,2 millones de personas, de las cuales el 78% viajó dentro de la Argentina, 9,3% viajó tanto dentro del país como al exterior y el 12,7% sólo realizó viajes al exterior.

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Fuente: EVyTH 2018.

Estos números demuestran que las alarmas encendidas por las organizaciones gremiales empresariales representan a una parte reducida del sector. En ese sentido, han planteado su preocupación por el riesgo que implicaría la medida para 5.000 empresas de viajes y turismo. Sin embargo no se verificó su reclamo con la misma vehemencia cuando, repasando el cuadro anterior, un 11,3 % de la población del país dejó de viajar tanto en la Argentina como al exterior entre el año 2015 y 2019. Tampoco con la suba exponencial de las tarifas de los servicios públicos que ahogaron a muchas PyMEs o con la caída de operadores mayoristas, que arrastraron a minoristas con ellos. Adicionalmente, esta medida seguramente genere un impacto positivo en los destinos locales y las economías regionales, donde se encuentran empresas que también representan. Sería bueno expongan con qué estimaciones cuentan al respecto.

Este tipo de reacciones demostradas por los principales actores del sector turístico parecerían no entender la real magnitud y daño que el déficit de la balanza turística genera para la economía nacional. El acumulado de pérdida de divisas por turismo entre el año 2013 y el mes de octubre del corriente año fue de U$D 54.400 millones, tan sólo U$D 2.600 millones menos que el préstamo solicitado al FMI por el gobierno de Cambiemos.

Es fundamental entender en qué lugar se encuentra la Argentina hoy y qué tipo de medidas se necesitan en el corto plazo. Los números plasmados aquí dan cuenta que no hay tiempo ni márgen de maniobra. El impuesto a los gastos con tarjeta en el exterior podría ser una medida adecuada en este contexto. Tampoco es cuestión de hacer acusaciones morales a quienes deseen viajar al exterior, sino entender que el momento requiere que eroguen un porcentaje adicional en favor del país y los más desfavorecidos en esta coyuntura. Por otra parte, los especialistas del turismo que no lo consideren de esta manera deben proponer alternativas superadoras, pero la queja infundada no le sirve al sector ni al país. Posteriormente, superadas las decisiones del corto plazo, es necesario comenzar a planificar en el mediano y largo plazo cómo se puede revertir esta tendencia con medidas menos restrictivas.

Finalmente, muchos argentinos parecerían defender más el “derecho de viajar al exterior” que la necesidad de más de 15 millones de compatriotas a tener un plato de comida. Esta relación que, a primera vista, parecería no tener vinculación, sí la tiene. El país necesita los dólares, que el turismo y otros sectores están gastando en el exterior, para pagar sus deudas, promover el desarrollo de la economía y generar trabajo. Sería bueno nos preguntemos qué modelo de país queremos construir desde nuestra actividad y qué valores queremos promover.

 

Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Julián Cherkasky y se reproduce con su consentimiento.