Las compañías aéreas y los gestores aeroportuarios de los Estados Unidos han empezado a sufrir pérdidas considerables en los mercados de valores como consecuencia del veto migratorio aprobado por el presidente norteamericano, Donald Trump. Dicho veto prohíbe la entrada en el país durante un plazo de 90 días a los ciudadanos procedentes de siete países de mayoría poblacional musulmana.

Las líneas aéreas han tenido que reorganizar sus calendarios e incluso efectuar cambios de última hora en sus tripulaciones. Estas acciones, combinadas con la previsible caída en ventas de billetes de los trayectos afectados, se ven ya reflejadas sobre el parqué financiero con cifras tales como una caída del 6,16% para American Airlines, del 4,78% para United Airlines, del 3,96% para Delta y del 2,60% para JetBlue.

No solo se han resentido las compañías aéreas norteamericanas tras el decreto del presidente Trump. Al otro lado del Atlántico también han resonado las caídas bursátiles de gigantes de la industria como Air France-KLM, de un 3,22%, o Ryanair, que ha bajado un 1,83%.

Por otra parte, diferentes portavoces de las aerolíneas se han quejado de la inminencia con que la Casa Blanca comunicó el veto, que en muchos casos ha obligado a reajustes de plantilla potencialmente resultantes en situaciones de caos. La aplicación inmediata de la prohibición de entrada de ciudadanos originarios de esos 7 países ha afectado también a personal de vuelo. Según han afirmado, el reemplazo de estos profesionales, que ha tenido que darse de manera casi improvisada, implica un considerable esfuerzo logístico y puede suponer una merma en seguridad para los pasajeros.