Qatar estaba dando pasos de gigante convirtiéndose en uno de los referentes de la navegación aérea mundial e incluso incrementando sus cifras turísticas año a año. Sin embargo, su presunta vinculación con el terrorismo puede suponer un obstáculo en el camino triunfal de este destino emergente.

El primer paso lo han dado, para sorpresa de muchos, sus países vecinos: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto, que han roto este lunes las relaciones diplomáticas. Acusan al gobierno de Doha de apoyar al terrorismo con su política islamista. Algo que desde Qatar consideran una “calumnia” inaceptable.

La industria de viajes entra en juego

Las primeras consecuencias no se han hecho esperar. Mientras que la bolsa qatarí ha caído un 8% y el precio del petróleo se ha disparado, frenando su tendencia descendente, los transportes que conectaban toda la región se han paralizado. De hecho, los gobiernos de Arabia Saudí, EAU, Bahréin, Egipto, Yemen y Libia Oriental han anunciado el cierre de sus puertos, espacios aéreos y aeropuertos a las empresas procedentes de Qatar.

A su vez, también han prohibido a sus ciudadanos desplazarse al país del Golfo y han dado un ultimátum de dos semanas para que los súbditos de Qatar para que abandonen sus estados en menos de dos semanas. En el caso concreto de Arabia Saudí, se ha determinado incluso el cierre de la frontera terrestre que comparte con la nación qatarí.

La oleada de aerolíneas que han anunciado el cese de sus conexiones con Doha se ha producido tan sólo unas horas después del anuncio de la ruptura de relaciones. Entre ellas se encuentran pesos pesados de la industria como Etihad Airways, Emirates, FlyDubai y Saudia. No obstante, parece que este bloqueo aéreo no se va a focalizar tan sólo en la región, ya que el bloque liderado por Arabia Saudí ha anunciado que van a intentar que otros países amigos se sumen a estas medidas y, entre ellos, podría encontrarse España.

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Primer golpe veto migratorio y prohibición de portátiles de Trump

En 2016, Qatar recibió a 2.938.096 visitantes, un 0,1% menos que en 2015 cuando registró 2.941.130 llegadas, según datos de Qatar Tourism Authority.  Desde 2012 lleva un aumento acumulado del 26,4%. Sus principales mercados emisores son Arabia Saudí, con 949.145 visitantes; seguido de la India (340.104), Bahréin (135.202); Emiratos Árabes Unidos (134.578); Reino Unido (132.301); Estados Unidos (102.774); Omán (98.617); Kuwait (93.115); Egipto (81.283); y Pakistán (49.012). En otras palabras, los cuatro países impulsores del bloqueo se encuentran entre sus diez principales mercados turísticos copando, en su mayoría, las primeras posiciones. Así, estas medidas diplomáticas pueden suponer un duro golpe para la industria vacacional qatarí.

Todas estas medidas no sólo pueden afectar tanto al turismo receptivo y el emisor, sino que golpearán a una de las mayores aerolíneas del mundo y la segunda mayor de la región, tan sólo por detrás de Emirates, Qatar Airways.

Se suma así un contratiempo más a una compañía a la que le tocó de refilón el veto migratorio de Trump, pero que se enfrentó de lleno a la prohibición de portar dispositivos electrónicos mayores a un teléfono móvil en los equipajes de mano de vuelos provenientes de Doha.

Justamente esta línea aérea, que transportó a 26,6 millones de personas en 2016, es el patrocinador oficial del Mundial de fútbol que acogerá en 2020 Qatar. Un evento que ya ha despertado muchas suspicacias y que con este enroque diplomático puede estar más en duda que nunca.

Tras estos movimientos geopolíticos, de nada servirán las acciones de marketing y la facilidad de visados que querían convertir a la capital qatarí en un punto de tránsito obligado para los viajes intercontinentales. ¿Resistirán el golpe?