La economía alemana se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre de 2019, con respecto a los tres primeros meses del año. Un descenso que, de hecho, no se producía desde el tercer trimestre de 2018. 

Sin embargo, tal y como informa Expansión, el Producto Interior Bruto (PIB) alemán creció un 0,4%, en comparación con el segundo trimestre de 2018, de acuerdo con los datos de la Oficina Federal de Estadística (Destatis).

En este sentido, Destatis puso de relieve que el "sector exterior frenó la evolución del crecimiento económico, porque las exportaciones retrocedieron más que las importaciones frente al trimestre anterior". Por el contrario, reparó en que la demanda interna, el gasto público y la construcción aumentaron entre el pasado abril y junio. 

La principal causa de este receso es la guerra comercial y su impacto en las exportaciones. Lo cierto es que la producción experimentó un descenso interanual del 5,2% el pasado junio, la mayor caída en una década, mientras que las exportaciones cayeron un 8%, el mayor desplome en tres años. 

Cabe destacar que Alemania es el principal mercado emisor de turistas, junto con Reino Unido, para España, por lo que una debacle en la economía del país germano podría tener consecuencias fatales para la industria turística, debido a un descenso de las reservas.

El escenario, por el momento, no es del todo halagüeño. El director del Instituto de Macroeconomía e Investigación Económica (IMK), Sebastian Dullien, consideró que el riesgo de recesión "ha vuelto a elevarse" y alertó de los efectos de la caída de la demanda en el sector manufacturero y en la industria automovilística, máximo exportador y empleador del país.

A todo esto hay que sumarle la incertidumbre generada por el Brexit y la desaceleración de la zona euro, cuyo PIB aumentó tan solo un 0,2% en el segundo trimestre del año. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha anunciado recientemente que la entidad prepara un paquete de estímulos contra la debilidad de la eurozona.