El sector del alquiler de embarcaciones en Ibiza y Formentera atraviesa una de sus temporadas más difíciles, con una caída de los ingresos que alcanza el 50% respecto al año pasado. Tras un junio positivo y un julio discreto, el mes de agosto ha supuesto un “pinchazo” para la mayoría de empresas, que confían en alargar el verano para salvar parcialmente la temporada. La falta de reservas previas y la fuerte competencia —legal e ilegal— agravan la situación de un sector que muchos turistas consideran un gasto secundario en un destino cada vez más caro.

Según la Asociación de Náutica de Ibiza y Formentera, integrada en la Pimeef, en las Pitiusas operan unas 1.700 embarcaciones de chárter, a las que se suman las de empresas peninsulares. La elevada oferta y la bajada de precios han reducido aún más los márgenes, hasta el punto de que algunas compañías han tenido que abandonar sus oficinas en puertos deportivos para abaratar costes, según explican desde la patronal a Diario de Ibiza.

Ante esta coyuntura, el sector reclama medidas más contundentes de control. Aunque valoran positivamente la reacción del Govern y la aprobación de un decreto regulador, los empresarios piden que se exija un punto autorizado de amarre para cada embarcación y que se intensifiquen las inspecciones contra el intrusismo, que además de distorsionar el mercado puede poner en riesgo la seguridad de los usuarios.

El Govern, por su parte, asegura estar reforzando la vigilancia. Desde junio se han incoado 82 actas de inspección en Baleares —19 en Ibiza y 10 en Formentera— y se han adquirido 22 embarcaciones y un dron para mejorar el control del litoral. Pese a estas medidas, la patronal insiste en que los problemas de fondo persisten y que la supervivencia de muchas empresas dependerá de la capacidad de extender la temporada más allá del verano.


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