Tras el fin de la pandemia y sus consecuentes restricciones, se ha producido un boom en la demanda de los viajes. Una explosión palpable en los niveles de reservas y ocupación hoteleras, así como en las largas colas en los aeropuertos. Sin embargo, y a pesar de la necesidad de personal, muchas empresas turísticas se resisten a realizar nuevas contrataciones.
Es el caso de las aerolíneas, que tras quedarse sin muchos de sus empleados a causa de la pandemia —debido al cierre de numerosas bases o a que muchos de los trabajadores no quieren regresar al sector—, ahora 'tienen miedo' de contratar masivamente. El motivo es claro: la inflación.
La subida de los precios, en general, y del carburante, en particular, podría provocar —incluso a corto plazo— que la demanda de los viajes se desinfle. Por ello, las aerolíneas no quieren contratar personal de más. Tampoco quieren incrementar su flota en exceso.
Tal y como explica a El Economista Robert Mann, jefe de la consultora RW Mann & Co, “los márgenes de las aerolíneas se deteriorarán”, una vez pasado el verano, lo que provocaría que no pudiesen hacer frente a los salarios. Las compañías tendrán entonces una programación de vuelos que podrán gestionar con la cantidad de personal actual. Hasta entonces, intentarán resistir con el equipo humano del que disponen.