Turistas evacuados, cierre de negocios y protestas. Esta es la situación que ha vivido Machu Picchu y localidades cercanas, como Ollantaytambo (Perú) desde el pasado jueves. Y todo debido al paro indefinido convocado por trabajadores, al que se ha unido el resto de habitantes con varias manifestaciones. Finalmente, la huelga se ha desconvocado tras llegar a un acuerdo con las autoridades.

Concretamente, las protestas se habían desatado tras el anuncio por parte del Gobierno de Perú de la adjudicación a la empresa privada Joinnus para la venta de entradas a la ciudadela inca. Muchos ciudadanos consideran que se trata de una “privatización sistemática” del recinto y, por tanto, del patrimonio cultural. Por su parte, la ministra de Cultura (Ministerio del que depende la administración de Machu Picchu), Leslie Urteaga, ha esgrimido que las manifestaciones son fruto de “unos pocos que quieren seguir sacando provecho a través del mercado negro de boletos”. Tras las negociaciones, el Ministerio de Cultura ha anunciado que romperá el contrato con Joinnus.

A modo de protesta, los manifestantes han llegado a paralizar trenes, uno de los principales medios de acceso al Machu Picchu, por lo que muchos turistas se vieron obligados a llegar al recinto a pie y bajo la lluvia, según la información de BBC.

Lo cierto es que Machu Picchu no consigue levantar cabeza desde hace varios años, ya que tuvo que permanecer cerrado durante la pandemia y tardó muchos meses en volver a abrir sus puertas porque la pandemia azotó fuertemente a Perú. A principios de 2022, también hubo que realizar evacuaciones de turistas y se bloquearon los accesos a la ciudadela debido al desbordamiento del río Alcamayo por un temporal. Y, por último, durante los primeros meses del año pasado, el recinto también se vio obligado a cerrar durante algunos periodos por las violentas protestas tras la detención de Pedro Castillo por el intento de golpe de Estado.