La masificación turística ya es un problema en Santorini (Grecia), donde ya han saltado todas las alarmas. 

La isla volcánica recibe cada año a dos millones de turistas que colapsan las carreteras, causan problemas con el abastecimiento de agua potable o de electricidad y con la gestión de residuos. A esto se le suma la subida de los precios en general y de los alquileres, lo que genera el descontento de la población. Ante esto, las autoridades prevén la imposición de un límite de plazas turísticas.  

El alcalde insular, Anastasios Sorsos, ha declarado que: "Nuestras carreteras no pueden soportar más tráfico. Además, el turismo ha hecho que el consumo de recursos naturales aumente más allá de sus límites".

Una de las primeras medidas llevadas a cabo ha sido limitar el número de cruceros diarios, de momento como programa piloto y que totalmente operativa en 2019. Esto hará que el número de cruceristas solo llegue hasta los 8.000 al día, cuando en la actualidad, en temporada alta se llega a los 18.000. 

Manolis Karamolengos, presidente de la Asociación de Hoteleros de Santorini, se muestra escéptico a declarar la isla saturada turísticamente y señala que “para eso es necesario un estudio detallado. El problema no se limita a las plazas turísticas. Es también un problema de infraestructuras y de poner coto a los alquileres privados, sobre todo al de las plataformas electrónicas”. 

Las webs del tipo Airbnb han agregado 15.000 plazas turísticas ala región en pisos que antes eran utilizados por médicos, maestros y otros trabajadores.