La economía egipcia se está abriendo al sector privado y en consecuencia, los sectores relacionados con el turismo.

Después de que 41 personas murieran en una colisión de trenes en 2012, el Ministro de Transportes anunció la apertura a las compañías del ámbito privado para mejorar la calidad y la seguridad de los servicios. Ya se está preparando la ley que permitirá que estas empresas operen trenes y estaciones con el fin de reducir el número de pequeños incidentes, que el año pasado ascendieron hasta los 1.200. 

Esto supone un gran cambio en el país de los faraones donde el Estado siempre ha desempeñado un importante papel en los negocios. En un momento, más de la mitad de su producción industrial y el 90% de sus ingresos bancarios provenían del sector público, aunque ya en la época de 1970 comenzó a ser ineficiente. 

En 1991, Hosni Mubarak protagonizó el primer gran cambio. Su gobierno seleccionó 314 empresas públicas para privatizarlas. Cuando derrocaron a Mubarak en 2011, la privatización se había convertido en corrupción y pérdida de puestos de trabajo. Sin embargo, ahora el gobierno necesita dinero, y el déficit presupuestario fue del 10,9% del PIB en junio. Por ello la venta de activos estatales se está reanudando. 

Haciendo un análisis del panorama actual, la industria turística está volviendo a activarse. El número de visitantes ha aumentado en un 54% en los primeros siete meses de 2017 en comparación con el mismo periodo del año anterior y los ingresos aumentaron un 170% aunque siguen estando muy por debajo de lo alcanzado en 2010. Los inversionistas privados también se están interesando por las instalaciones públicas turistas. De hecho, uno ofreció al gobierno 11 millones de euros para alquilar el zoo de Giza, donde se ha podido ver a animales muertos podridos en sus jaulas. La propuesta fue rechazada por miedo a que aumentaran los precios.