Hasta este año siempre he visto el polémico asunto de los patinetes desde la barrera. Leía por encima en foros y grupos de WhatsApp de colegas de otras zonas auténticas perversidades sobre los patinetes. Los compañeros argumentaban bien sus quejas que, como no me tocaba de cerca, leía con curiosidad pero sin empatía. Este año han venido a mi zona (Playa Blanca, Lanzarote) y comienzo a ver el desarrollo de la historia con los mismos precedentes y puntos que anotaban mis compañeros en sus quejas.

Ahora bien, vamos a analizar, muy resumidamente, pero tocando todos los puntos, si este servicio es una maldición o es un recurso de mejora de movilidad y de disfrute del usuario.
 

¿Es este servicio una maldición o es un recurso de mejora de movilidad y de disfrute del usuario

¿Es este servicio una maldición o es un recurso de mejora de movilidad y de disfrute del usuario?

Aquí he tenido que, de verdad, ponerme en los zapatos del usuario, ya que mi perfil no es el de conductor de este cachivache. Habitualmente, dentro de una localidad o ciudad, según la prisa que tenga y el clima, me muevo en trasporte público o en el coche de San Fernando —“un ratito a pie y otro andando”—. Bromas aparte, tras dos meses funcionando a todo rendimiento el servicio de patinetes en mi zona, sí he analizado, empíricamente, el perfil del cliente para, antes de dar una opinión al respecto, ver la satisfacción del usuario.

Me he llevado una auténtica sorpresa: pensaba que su uso sería exclusivamente de adolescentes y veinteañeros, y, sí, cierto es, la gran mayoría —80% según mi estimación— están en esa franja de edad, pero un 20% son mayores de 30 años, llegando a ver usuarios sexagenarios. Y el común denominador es que todos ellos están encantados con que exista este servicio.

Pero por otro lado lo veo como responsable turístico y como residente: tanto los comentarios de mis compañeros de otras zonas en meses anteriores, como ahora lo veo yo y comentan mis compañeros de aquí, el principal problema es el desorden. Patinetes no solo aparcados en cualquier lugar, sino directamente tirados en aceras o márgenes de carreteras son un problema tanto estético como de seguridad. Incluso te los puedes encontrar en los lugares más recónditos imaginables: yo vivo en una zona residencial, cercana, pero apartada del núcleo turístico, y hace un mes estuvieron dos patinetes en la acera de mi calle aparcados durante más de una semana.
 

La máxima queja de los residentes y visitantes sobre este servicio es el desorden. No están en contra del servicio, salvo algún sector que está viviendo una fuerte competencia con ellos, sino que están en contra del descontrol y libertinaje en su uso. Y sí, los responsables no son solo los pocos usuarios irrespetuosos, sino las empresas propietarias de este servicio: puedo entender que algún usuario maleducado deje el patinete en cualquier lugar, estorbando y afeando, pero para ello la empresa propietaria tendrá que poner en práctica las medidas necesarias para minimizar este hecho, con objetivo de que llegue a cero. Lo que no puede ser es, como anoté anteriormente, más de una semana estorbando dos patinetes en medio de la acera en una zona residencial sin que los propietarios los retirasen.
 

La máxima queja de los residentes y visitantes sobre este servicio es el desorden.

La máxima queja de los residentes y visitantes sobre este servicio es el desorden.

Como empresario también puedo tener empatía con los propietarios de los patinetes, y pienso que quizá no les salen las cuentas para tener un servicio móvil que organice y mejore este descontrol. Traté de conseguir datos reales de ingresos y beneficios, pero el hermetismo me lo ha impedido. Solo he podido hacer unas estimaciones y, con un servicio adecuado, con el que todos estemos contentos, los números no me salen. Y si no salen y quiero seguir con la empresa, lo máximo que puedo hacer es recortar en elementos inicialmente “no esenciales” como puede ser este servicio de recogida y orden de los patinetes. Pero este recorte desembocará en que la presión de la sociedad hará que el servicio desaparezca, y, si no, al tiempo.

Señores propietarios de los patinetes tienen ustedes un servicio que gusta al usuario y tienen una oportunidad de poner a la sociedad no usuaria a su favor. Seguro que son ustedes conscientes de que ahora la tienen en contra. Trabajen a muy corto plazo este punto para que la convivencia sea pacífica e incluso colaborativa. Seguro que encuentran diferentes fórmulas para conseguirlo, ya que, desde fuera, no parece que sea muy complicado hallar estas alternativas.
 

Patienetes eléctricos abandonados en las calles

Patienetes eléctricos abandonados en las calles

*José Ángel Vázquez Romero, director del Hotel H10 Timanfaya Palace, director del área de Alojamientos Turísticos del Colegio Profesional de Turismo y docente en el MBA Turismo del Instituto Canario de Turismo.