Parece que tanto las administraciones como las empresas están a favor del turismo sostenible, pero hasta muy recientemente nadie había tomado medidas importantes para mejorar la sostenibilidad. Las cosas están empezando a cambiar. Por poner algunos ejemplo, la Xunta de Galicia ha regulado sobre la obligación de los restaurantes de facilitar a los clientes recipientes para llevarse los alimentos no consumidos; Meliá (Escarrer siempre a la cabeza) y NH han puesto en marcha planes sobre ahorro de energía, supresión de plásticos de un solo uso y otros similares; Paradores ha eliminado todos los plásticos en sus establecimientos- incluyendo las amenities en los cuartos de baño; y Ashotel, la Asociación Hotelera de Tenerife, La Gomera, La Palma y el Hierro, ha puesto en marcha un Observatorio de sostenibilidad turística para estudiar la evolución de los indicadores ambientales como huella de carbono, consumo de agua y energía, y generación de residuos, según informa la prensa canaria. Hace ya tiempo que su presidente Marichal venía advirtiendo de que era necesario reaccionar en términos positivos a los posibles efectos del “flygskam” en los mercados nórdicos, importantes para Canarias.

Paradores se suma a la lucha contra el plástico de un solo uso, en la imagen nuevos amenities

Paradores se suma a la lucha contra el plástico de un solo uso, en la imagen nuevos amenities

Ese es el camino adecuado y no el defensivo de que en realidad contaminamos menos que otros sectores, que es el que han seguido algunas instituciones del sector.

Y es que si echamos una ojeada a los mercados de dónde provienen la mayor parte de nuestros clientes, nos daremos cuenta de que los problemas derivados del cambio climático han llegado hasta la parte alta de las prioridades políticas en la Unión Europea donde el nuevo Vicepresidente Timmermans tiene el encargo de hacer frente a ese asunto y, como ha indicado la Presidenta de la Comisión, tienen la obligación de lograr que la UE sea neutra en emisiones de monóxido de carbón en 2050. En España hay una agenda específica 2030 que el Gobierno en funciones parece tomarse en serio, hasta Naciones Unidas tiene su propia agenda 2030 y sigue vigente el acuerdo de Paris. Por países, los escandinavos -siempre por delante- se han creído el asunto ese de la vergüenza  a volar y ya vuelan menos, tanto en las rutas nacionales en Suecia como en algunas al extranjero como se ha notado este verano en España. En Holanda y Francia ya han empezado los impuestos verdes a la aviación y en muchos lugares de  Europa se están imponiendo los centros de las ciudades sin coches.

En Gran Bretaña, y especialmente en Londres, el movimiento Extincion Rebelion se ha lanzado a la calle exigiendo medidas contra el cambio climático. En varios países los verdes han obtenido magníficos resultados en las elecciones europeas. En Estados Unidos ‘The Green New Deal’ ya ha sido aceptado por la mayoría de los candidatos del Partido Demócrata. Y en todo el mundo desarrollado hay preocupación por la deforestación de la Amazonia o el deshielo de la masa glaciar de Groenlandia.

Por otra parte, para los populismos, con Trump y Bolsonaro a la cabeza, las reacciones anteriores son actuaciones de la elites para poner nuevos impuestos y subir los precios de los productos para ellos vitales como el gasoil; para los ‘Gillets Jaunes’ (chalecos amarillos) y en China e India, que ya están a punto de convertirse en los mayores contaminadores, esta preocupación no existe.

Contaminación

Contaminación

El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo va a poner en marcha una campaña de 33 millones de euros para paliar los efectos del Brexit duro y captar mayor número de clientes asiáticos de mayor gasto. Está muy bien pero no podemos olvidar que nuestro objetivo prioritario son los europeos de alta capacidad de consumo turístico. Ellos son precisamente los más preocupados por los efectos del cambio climático.

La Administración del Estado tiene una oportunidad única de liderar todos estos esfuerzos aislados con un Plan Nacional para la protección del Medio Ambiente en el Turismo, que imponga normas y haga recomendaciones para mejorar la sostenibilidad del sistema. No es necesario crear nuevos organismos sino que se puede llegar a un acuerdo con el Instituto de Calidad Turística que es una entidad privada de certificación   de sistemas de calidad creados especialmente para empresas turísticas. Ya existe una especificación medioambiental pero solo una empresa FCC la ha obtenido.

El Ministerio pondría los recursos necesarios y aprobaría las especificaciones  para la creación de una Q, etiqueta verde y, sobre todo haría campañas  de comunicación en los países donde hay mayor preocupación sobre este asunto explicando los esfuerzos que se están realizando. Sería una propuesta de venta única que unida a nuestro liderazgo en competitividad- en el apartado  protección del medio ambiente no estamos entre los primeros – nos permitiría mantenernos a la cabeza de turismo mundial.