Los minibuses autónomos de la empresa Navya son parte de un proyecto de un año de duración que comenzó en septiembre de 2016 en la ciudad de Lyon, en Francia
La región quiere convertirse en un modelo de smart city y por ello, ha sido la primera en implantar estos vehículos que circulan con pasajeros a bordo por la vía pública, aunque de momento se limita a una zona peatonal de oficinas separadas del centro de la ciudad y del núcleo urbano.

Los dos buses miden casi cinco metros de largo por dos de ancho, uno es naranja y otro es blanco, y tienen capacidad para 15 personas. Además son eléctricos y se recargan a través de un enchufe, una hora a mediodía y durante la noche. Tienen una autonomía de seis a ocho horas y no tienen ni volante ni asiento de conductor.

 En la ciudad francesa recorren una distancia de 1,35 kilómetros a una velocidad de 20 kilómetros por hora aunque tienen capacidad para alcanzar los 45  y realizan tres paradas de lunes a viernes de 7.30 a 18:45. Se está barajando ampliar el horario al fin de semana. La ley obliga a que un operador esté en el vehículo en caso de que ocurriera cualquier imprevisto.

La consultora AT Kearney ha elaborado un estudio determina que en 2035 el mercado de los vehículos autónomos moverá más de 515 millones de dólares, lo que supone un crecimiento del 100% en 20 años. 

La empresa ha exportado ya sus vehículos a Doha, en Qatar, y a Perth, en Australia, además de a instalaciones privadas como la central nuclear EDF de Civeaux, en Francia, el campus de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos o al aeropuerto de Christchurch, en Nueva Zelanda. 

No es la única empresa que opera con este tipo de autobuses. En París la compañía EasyMile los probó hasta el 7 de abril en el puente Charles de Gaulle para cruzar de la estación de tren de Austerlitz a la de Lyon.