Tal y como se indica en el REAL DECRETO 236/2002, de 1 de marzo por el que se establece la hora de verano, el último domingode marzo comienza el período de la hora de verano, que finaliza el último domingo de octubre. Dicho real decreto es simplemente la introducción en el ordenamiento jurídico español de la Directiva 2000/84/CE relativa a las disposiciones sobre la hora de verano.

El cambio de hora se ha utilizado siempre para un beneficio desde el punto de vista económico. En el inicio de su uso en la segunda década del siglo XX, para el ahorro del carbón. En 1974, para el ahorro de combustible tras el inicio de la primera crisis del petróleo... y así hasta nuestros días. El motivo del cambio es que adelantando los relojes se puede aprovechar mejor la luz del sol en verano y así se consume menos electricidad en la iluminación.

La pregunta es, ¿por qué no se mantiene el horario de verano todo el año? Al parecer en invierno se vuelve a cambiar porque es ?preferible? que haya luz solar en la hora punta de demanda que es por las mañanas, que es cuando la mayoría de la gente se levanta para ir a trabajar o estudiar, en vez de por la tarde, ya que los estudios afirman que el ahorro de la mañana contrarresta el gasto extra de la tarde.

Sin embargo, muchos no solo cuestionan el ahorro económico real sino, como me gusta llamarlas, ?las pérdidas de la oscuridad?. Es innegable que muchos asociamos oscuridad con fin del día y, por tanto, volvemos a casa antes en lugar de disfrutar de más ocio. Por tanto, el mantenimiento del horario de verano permitiría un aumento del ocio, comercio y hostelería, incrementando así el consumo interno y por tanto, el beneficio de muchas empresas. Del mismo modo, más horas de sol estimularía la práctica de deporte al finalizar la jornada laboral, lo que derivaría en un beneficio en la salud desde los más jóvenes hasta los mayores. Además, el aumento del consumo de energía derivado de mantener la hora veraniega, se vería reducido ya que la gente pasaría más tiempo fuera de casa. También se reduciría la criminalidad, ya que las ciudades con más luz disminuyen la propensión al crimen.

Si trasladamos todas estas ventajas al sector turístico en España, ¿qué consecuencias tendría?

Más horas que el turista pasa en las calles de nuestras ciudades y en las visitas de lugares turísticos de interés y, por tanto, mayor gasto.

Aumento del consumo en hostelería, especialmente para el turismo familiar. Lo que ayudaría a combatir la tendencia del todo incluido.

Caen también los ingresos del turismo de compras ya que gastan menos tiempo en las zonas comerciales.

El factor psicológico que la luz solar aporta de satisfacción y bienestar sería aprovechado mucho más por las tardes que a las 8 de la mañana, cuando aún la gran mayoría están durmiendo o desayunando.

Por último, al reducirse los índices de criminalidad el país ganaría en imagen ya que la seguridad es muy valorada a la hora de elegir un destino turístico.

A pesar de todo esto es algo que no se plantea en casi ningún nivel. Quizás algún día lleguemos a adoptar este horario. Pero de momento a partir de hoy, disfrutaremos de una hora menos de ocio...y de turismo.