Dos hechos recientes están poniendo de moda la cuarta revolución industrial, que hace referencia principalmente a la robótica, a la inteligencia artificial, al ?big data? y a los coches sin conductor.

Por una parte, el eslogan del Foro Económico Mundial de 2016 de Davos, ?Dominando la cuarta Revolución Industrial? y, por otra parte, la publicación del libro del Profesor Robert Gordon sobre el estancamiento del crecimiento económico en Estados Unidos.

Según Gordon, el crecimiento en Estados Unidos tendría seis limitaciones: el envejecimiento de la población; el estancamiento de la educación; el aumento de la desigualdad (entre 1993 y 2008 el 1% de la población consiguió apropiarse del 52% del incremento de renta); la disminución de puestos de trabajo, que pueden ser llevados a cabo en el extranjero a coste inferior; el deterioro del medio ambiente causado en parte por la negativa de China e India a ser regulados como no lo fue Europa o Estados Unidos cuando tenían ese nivel de desarrollo; y la enormes deuda tanto pública como privada.

Esas limitaciones son efectivas desde 2004 y se agudizan a partir de 2007. Doblar el nivel de vida llevó cinco siglos entre 1300 y 1800; uno, entre 1800 y 1929; 28 años, entre 1929 y 1957; y 31, entre 1957 y 1988; pero necesitará otra vez un siglo entre 2007 y 2100. Y es que, al contrario de lo ocurrido con la segunda revolución industrial (1830-1900), con el motor de combustión interna, electricidad, agua corriente, teléfono, aviación o aire acondicionado; la tercera que se ha desarrollado a partir de 1960 no ha tenido efectos en la productividad con la implementación de ordenadores, Internet, telefonía móvil o Facebook. Es más, la productividad se ha incrementado a un ritmo del 1% anual en la última década, como lo prueba el pobre crecimiento entre 1972 y 1996 y la escasa fuerza y duración de la recuperación entre 1996 y 2004.

El notable incremento de la desigualdad que ha tenido lugar con la tercera revolución, en la que unas pocas personas, empresas, productos y negocios dominan el mercado; y la explosión del negocio financiero digital, provocan que los pocos incrementos de renta beneficien sólo a un mínimo porcentaje de la población, mientras que el resto ve como su renta disponible se estanca.

Esa evolución puede intensificarse aún más con la cuarta revolución, en la que la división entre propietarios de robots y los que no los poseen recuerda a la que había entre terratenientes y trabajadores de la tierra. El coste de los robots más baratos, el propio Gordon menciona como baratísimo a Baxter con un precio de 25.000 dólares, está lejos del alcance de la mayor parte de la población mundial.

La robótica, el ?big data? y la inteligencia artificial no mejorarán el crecimiento económico ni estarán a disposición de todo el mundo.

Al menos algunos de los dispositivos que se pusieron en el mercado durante la tercera revolución llegaron al conjunto de la población. Hay 7.000 millones de teléfonos móviles activos y 3.000 millones de personas tienen acceso a Internet, aunque con un índice de penetración muy diferente según el nivel de desarrollo del país, lo que conlleva un aumento de la desigualdad.

La previsión de Gordon es que el incremento de la renta disponible para el 99% de la población americana en las próximas décadas sea solo del 0,2% anual, con sus consiguientes efectos en el consumo. La mayor parte de las dificultades están también presentes en Europa, cuya productividad ha crecido menos que la americana, aun a pesar de una mejor distribución de las mejoras económicas.

En una economía tan dependiente del turismo como la española, la renta disponible futura de nuestros principales clientes es el mejor indicador de la posible de su evolución. Al igual que en otros sectores, el gran avance del turismo se debió a la segunda revolución: el automóvil y el avión y los derivados. Mientras, el impacto de la tercera (con el GDS, Gestión de ingresos en aviación, check in electrónico, venta por móvil, economía compartida) y la cuarta (big data) no han mejorado la productividad. Por ejemplo, la aviación se mueve a la misma velocidad desde 1958 cuando comenzó a volar el 707.

El futuro crecimiento de nuestro turismo se deberá principalmente, como ya está ocurriendo, a nuestra capacidad de aumentar la cuota de mercado, por la caída del Mediterráneo Oriental, y no al crecimiento de los flujos emisores europeos y norteamericanos. El notable aumento del turismo chino tendrá efectos sobre todo en la propia región y, en menor medida, en Australia, Estados Unidos y un par de países europeos entre los que no está España.