La flora y la fauna de las Galápagos es impresionante y atrae cada año a cientos de miles de turistas -que a su vez gastan mucho dinero que va a parar a las arcas ecuatorianas-, pero investigadores afirman que los visitantes están haciendo mucho daño a la naturaleza. El conflicto entre salvaguardar la naturaleza y los intereses económicos es habitual en este tipo de espacios. Ya se pueden observar algunas consecuencias evidentes: aguas y playas sucias y animales molestados por los viajeros. Además, los turistas acaban con el aislamiento de la zona y alteran el ecosistema. Los resultados de las investigaciones sostienen que si el turismo crece como lo ha hecho durante los últimos veinte años, la naturaleza del lugar se verá alterada para siempre en pocos años. La masificación del turismo ya habría provocado problemas sociales, pues una sociedad dedicada a la pesca, ha tenido que transformarse en una sociedad enfocada al turismo, y el paso no es fácil para todos. Otro aspecto que critican los científicos es la proliferación de hoteles, que provoca que los visitantes utilicen más los recursos de la isla y, por tanto, los desgasten. A pesar de las quejas, está prevista la construcción de más alojamientos