Un rotundo éxito, así se puede definir la situación de Bouche à Oreille, un bar modesto situado en la ciudad francesa de Bourges y que ahora está desbordado de clientes debido a que obtuvo una estrella Michelín.

Aunque la concesión de este galardón se debió a un error, este establecimiento que suele ofrecer comidas a trabajadores de la construcción, registró un gran número de comensales que querían reservar mesa y muchísima atención mediática. Sin embargo, el auténtico premiado era un restaurante con el mismo nombre situado en la calle Impasse de la Chapelle en Boutervilliers, una dirección similar.

Véronique Jacquet, propietaria del restaurante “premiado” por sorpresa relató la situación: "De repente teníamos que andar todo el tiempo corriendo de un lado a otro. Llegaban reporteros... cuando mi hijo llamó desde París (donde él vive), casi se ahoga de la risa. Nuestros clientes habituales y amigos no paraban de llamar preguntando por qué no les habíamos dicho que habíamos ganado una Estrella Michelin".

Cuestionados, algunos de los comensales incluso consideraron que la comida ofrecida por el establecimiento y cocinada por Penelope Salmon era merecedora de dicho estatus. Y no es de extrañar, puesto que existen otros lugares modestos, como los de la cadena Tim Ho Wan, en Hong Kong, que ostentan este distintivo.

Lo que está claro es que el poder de las Estrellas Michelín para atraer clientes y lograr relevancia mediática ha quedado constatado.