Olmeda de la Cuesta (Cuenca) es un pueblo con una decena de habitantes habituales (29 censados) ubicado a una hora y media de distancia de Madrid. Reconocido en su momento por contar con la población más envejecida de España quiere resistirse a la desaparición a base de convertirse en un referente turístico.

Este municipio de la Alcarria, cuya principal actividad económica es el cultivo de cereales, aceitunas y girasoles, ha decidido llenarse de monumentos y restaurar jardines que hagan las delicias de los visitantes, según explica el diario Sur. La idea de su alcalde, José Luis Regacho es que haya más esculturas que vecinos y “más jardines que calles”.

Para la creación de los jardines han tenido colaboración de todas partes de España, y es que muchas entidades han donado ejemplares para crear un vergel peculiar. Hay un retoño del árbol de Guernica, Secuoyas de La Rioja, pinsapos de Andalucía; castaños y cerezos de Galicia; pinos de Castilla y León; cipreses de Murcia; loros, tejos, encinas y alcornoques de Extremadura o madroños de Madrid. Y también olmos negros, la especie autóctona que da nombre a Olmeda.

Las esculturas han sido obra de Vicente García, un escultor de la localidad, que ha poblado el territorio de templetes, relojes de arenas y otras ensoñaciones de ferrocemento  y cerámica, gracias a los fondos europeos de desarrollo rural.

Los terrenos sobre los que se levantan estos proyectos pertenecían a propietarias que los cedieron al ayuntamiento a cambio de que este se hiciese cargo del derribo de casas ruinosas y desescombro de los solares.

No son las únicas medidas tomadas por este pueblo para sobrevivir, su asociación de vecinos que todos los meses organiza actividades  como marchas cicloturistas o rutas de senderismo con el objetivo de atraer a más y más visitantes los fines de semana. También se están recreando los molinos del pueblo y se ha restaurado su iglesia.