La falta de recursos públicos está acabando con uno de los mayores atractivos turísticos de España: su patrimonio histórico. Muchos edificios se encuentran abandonados y en ruinas, según ha publicado El Confidencial.

 Víctor Antona, miembro del comité científico que cada año elabora la Lista Roja de la Asociación Hispania Nostra, que informa sobre los elementos patrimoniales en riesgo, ha explicado que: “Esos edificios son víctimas de la dinámica del propio país. Lamentablemente, la gente abandona las zonas rurales, los pueblos desaparecen y ahí queda un patrimonio difícil de mantener por las administraciones. España es uno de los tres países de la UE con mayor riqueza patrimonial, pero todo ese patrimonio necesita un uso y sin él es muy difícil sostenerlo en el tiempo por mucha inversión que haya. Hace 30 años la gente del pueblo, algún mecenas local o un grupo de albañiles arreglaban cualquier desperfecto. Ahora ya nadie cuida de ellos y lo que hoy es una gotera mañana puede ser un estado de ruina". En toda España hay un total de 767 elementos patrimoniales en peligro. 

Castilla y León es la más afectada. La comunidad cuenta con 238 bienes en riesgo, entre los que se encuentran conventos medievales o regios palacios de la nobleza barroca. 

Los edificios con valor histórico de segundo nivel que no son catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC) son los que presentan mayor riesgo, tal y como señala Enrique Saiz, director general de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. En los presupuestos solo hay dinero para proteger a los de primer nivel y desde la crisis los montos han decrecido. 

Ante esto, la última esperanza según el directivo, está en los españoles que veranean en los pueblos de sus familias: "Aunque ya no vivan allí, ellos son la energía social para mover recursos y dinero. Convertir esos lugares en puntos de encuentro más allá del valor artístico que tenga la iglesia es fundamental para generar ese lazo de unión con el patrimonio". 

Sin embargo, otra de las grandes protagonistas es la Iglesia, que en los años ha iniciado una disputa con los vecinos de los pueblos por ver quiénes son los que custodian las piezas artísticas de los templos. Si bien, tal y como apuntan las diócesis, la despoblación y la soledad en los monumentos favorece los robos de retablos, imágenes y cruces de valor histórico, los vecinos argumentan que “si nos quitan las piezas, nos roban el valor de la iglesia, nos terminan de matar”.