Los datos recogidos recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE), alarman debido al peligro que sufren muchas provincias españolas de convertirse en territorios sin apenas habitantes. El “desierto humano” se extiende por 22 de las 50 provincias que tiene España, donde catorce de ellas se están viendo fuertemente afectadas.

Lo que tienen en común estas localidades, es que más del 80% de sus municipios están próximos a extinguirse debido a que cuentan con menos de mil habitantes y a que se registran cada vez menos empadronamientos.

En la cabeza de esta “lista negra” se encuentra Soria, donde un 94% de sus municipios están en riesgo extremo de extinción. En segundo lugar, se posicionan casi a la par Zamora -donde sólo 7 de sus 100 municipios no están amenazados- y Burgos. Con un 92% de localidades al borde de la desaparición se sitúan Ávila, Salamanca y Teruel

En Palencia, Guadalajara y Segovia la tasa de riesgo de extinción demográfica ronda el 90% de todos sus municipios, mientras que en las provincias de Cuenca y Huesca ronda el 87%.

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La Rioja, donde el 84% de sus localidades tienen menos de mil habitantes, se encuentra en el puesto 12º. En los últimos puestos de este índice, se posicionan Valladolid y Zaragoza, donde en torno al 82% de las localidades, se encuentran bajo un desequilibrio demográfico alarmante.

Aunque no han entrado en este top de 14 provincias más azoradas por la despoblación, las siguientes también presentan un gran peligro, debido a que más de la mitad de sus municipios se encuentran en riesgo de extinción demográfica: Lérida, León, Cáceres, Navarra, Castellón, Girona, Álava y Tarragona.

Esta preocupante situación ha sido fruto de la despoblación de las zonas rurales y la masificación de las urbes. En los últimos tres años, los hábitats campestres han perdido una media de 45.000 habitantes por año. De los 8.124 municipios que hay en España, 4.983 están amenazados por la extinción demográfica, al subsistir con menos de 1.000 habitantes empadronados.

Por último, otra de las causas que han llevado a que la meseta española se encuentre bajo amenaza, es que la economía española es fuertemente dependiente del sector turístico, lo que ha provocado que la población -en busca de ofertas de empleo o por dedicarse al sector-, haya tenido que desplazarse hacia las urbes turísticas y zonas costeras del país.