Bajo la Sierra de San Cristóbal, en Cádiz, se esconde la bodega completa más antigua de Occidente, unas instalaciones para producir vino que data del siglo III antes de Cristo. El lugar también albergaba rituales religiosos donde el vino hacía de puente para contactar con las divinidades.

El hallazgo de la bodega, que goza de 2.000 metros cuadrados, se produjo en 1991, pero tuvo que ser tapada debido a que se utilizó ilegalmente como circuito de motocross. Su descubridor, el arqueólogo Diego Ruiz, exige ahora su recuperación como centro de interpretación arqueológico de la producción de vino. 

Según ha informado El País, si la iniciativa saliera adelante se podría completar el pasado arqueológico de la zona, que está disponible al público y por lo que puede ser visitado. Y es que, en la falda de San Cristóbal también se ubica el enclave arqueológico de Doña Blanca, una ciudad fenicia del siglo VIII antes de Cristo. 

El yacimiento, por tanto, se enmarca en la etapa púnica de la urbe, período en el que también se produjo la ampliación del puerto, que se convirtió en el mayor de la región. En los restos hallados, Ruiz descubrió dos lagares para el pisado de la uva, otro para verter el mosto, así como hornos para calentar la bebida y ánforas para conservarla. En la bodega, el vino también servía de ofrenda a los dioses y como vía de conexión con estos.