El Ayuntamiento de Barcelona está implementando diferentes políticas con el fin de reducir la contaminación en la ciudad, de hecho, el próximo 1 de enero de 2020 entrará en vigor la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en la que para poder circular los coches más contaminantes tendrán que pagar un peaje. No obstante, también ha puesto su foco en dos de las infraestructuras turísticas más importantes de la ciudad: el puerto y el aeropuerto.

Según recoge El País, desde el consistorio han solicitado a los responsables de ambas instalaciones que se impliquen. “Necesitamos que el Puerto y el Aeropuerto también presenten su Zona de Bajas Emisiones, porque la reducción de las emisiones de la ciudad no puede recaer solo en la circulación de los vehículos”, ha explicado Janet Sanz, teniente de alcalde responsable de Ecología, Movilidad y Urbanismo.

Aena, empresa público-privada encargada de la gestión del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, ha clarificado que ya cuenta con su propio plan para reducir la huella ambiental de las instalaciones. Planea que para 2050 toda su red de aeropuertos haya reducido a cero sus emisiones de carbono y que el próximo 2020 todo el consumo eléctrico sea de origen 100% renovable.

Aeropuerto de Barcelona

Aeropuerto de Barcelona

Asimismo, se descarga de responsabilidad e indica que son las aerolíneas las que deben hacerse cargo de las emisiones provocadas por los aviones. De hecho, destaca que las compañías aéreas deben convertir su estrategia de sostenibilidad en una herramienta de marketing y fidelización.

Lo cierto es que sea de quien sea la responsabilidad, las emisiones han crecido de forma exponencial junto a un aeropuerto que ha pasado de los 30 millones de pasajeros en 2010 a los 50 millones estimados para 2020. De hecho, podrían seguir creciendo si se tienen en cuenta los planes del  Ministerio de Fomento de ampliar las instalaciones mediante la construcción de una terminal satélite antes de 2026.

Por su parte, Puerto de Barcelona, que genera el 7,6% del total en de contaminación de dióxido de nitrógeno NO2 y el 1,5% de partículas sólidas (PM10) en la ciudad, ha explicado que tiene en marcha un plan de mejora de calidad del aire que fue aprobado en 2016. Aclaran que están apostando por el gas natural licuado tanto para los barcos, como para la maquinaria de la terminal. A su vez, el puerto que también está en pleno proceso de ampliación, invertirá 60 millones en la electrificación de los muelles, instalará  una planta fotovoltaica y ya utiliza vehículos eléctricos  en sus instalaciones.

En contra de su crecimiento

Tanto el Puerto como el Aeropuerto tienen un duro reto por delante y es que tanto las instituciones barcelonesas como diferentes grupos ecologistas y vecinales se oponen a que su actividad siga expandiéndose.

Este mismo verano, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, planteó la posibilidad de limitar el número de cruceros que recalan en la ciudad y la capacidad del aeropuerto. “No se puede hablar de ampliaciones indefinidas porque hay un límite en nuestra ciudad y en todas las grandes infraestructuras que rodean la ciudad metropolitana”, indicó.