El gobernador de Florida (Estados Unidos), Rick Scott, declaró el pasado lunes el estado de emergencia en los condados cuyas costas se han visto afectadas por la “marea roja”, es decir, donde el agua está contaminada por algas tóxicas.

Según ha informado CNN, la presencia de estas algas no solo causa  la muerte de especies marinas como peces o tortugas, sino que también ocasiona daños en las personas, como inflamación de las vías respiratorias, con consecuentes problemas para respirar, picazón u ojos llorosos. De hecho, en varios condados de la Costa del Golfo (costa suroeste de Florida) las afecciones respiratorias han aumentado un 54%, coincidiendo con la marea roja.

Las mareas rojas, que se producen en todo el mundo, están originadas por el organismo unicelular Karenia brevis, que prospera en el agua salada y se encuentra, casi de forma exclusiva, en el Golfo de México. Este organismo provoca “intoxicación neurotóxica por mariscos”, de tal manera que los mariscos concentran grandes cantidades de esta toxina, lo que no se percibe a simple vista, y al ser consumidas, ocasionan hormigueos, pérdida de la coordinación, vómitos o diarreas.

Por ello, las autoridades de Florida han prohibido la recolección de mariscos durante las mareas rojas. También, estos alimentos se someten a unas pruebas toxicológicas antes de ser puestas a la venta. Sin embargo, estas toxinas se pueden transmitir por medio del aire, cuando las olas rompen, por lo que pueden ser inhaladas por los humanos, causando problemas respiratorios, especialmente a aquellos que padecen de asma. En la actualidad, los investigadores estudian si estas toxinas pueden causar afecciones a largo plazo, como el cáncer.

En Florida, estos brotes suelen comenzar en octubre y terminar con el fin del invierno. Además, se cree que el huracán Irma, que pasó por el estado en 2017, es uno de los responsables de la marea roja que asola Florida este verano, al trasladar nutrientes que se encontraban en el interior al agua de las costas, ayudando a estas algas a crecer. No obstante, los desechos humanos y el vertido de fertilizantes también fomentan la proliferación de las mismas.