Italia, Francia y España son los tres principales destinos turísticos de Europa. Además del turismo internacional, cuentan también con un potente mercado interior. España ocupa la primera posición en cuanto al valor total de la actividad turística, ingresos por turismo extranjero y número de pernoctaciones. La primacía francesa en lo relativo al número de turistas extranjeros es un dato puramente estadístico.

Los tres tienen un mercado interior cautivo con similares características: estacional y centrado en las costas peninsulares o en las Islas.

 La oferta para el mercado internacional es diferente: la francesa se centra en París con Disneyland y en la Costa Azul. Sus clientes proceden de todo el mundo. Lidera en el mercado estadounidense y en el chino, en el segmento de turismo de lujo y de compras, seguido de cerca por Italia que, a su vez, tiene una oferta más diversificada; algunas ciudades universales, un turismo cultural extendido por todo el país, una buena oferta de turismo de nieve en el norte y es el primer país europeo en turismo gastronómico. Sin embargo, su turismo de sol y playa es limitado Tiene buena clientela procedente de mercados lejanos, pero depende más que la francesa de la europea.

España es líder mundial en turismo de sol y playa. Uno de sus activos fundamentales son las playas, que también están en el origen de este modelo de turismo. En toda la costa, tanto de las islas como la peninsular, se puede disfrutar de magníficas playas, en general muy bien cuidadas y dotadas con los servicios necesarios. La superficie costera de España e Italia es similar, la de Francia menor, pero la gran diferencia está en la climatología: solo una quinta parte de la costa francesa está en el Mediterráneo. Sus playas pueden ser usadas unos cuatro meses al año. En la costa atlántica se limita a un par de meses anuales. En Italia, la climatología permite un mayor uso, pero muy inferior al que se hace en España con playas más meridionales. En los grandes destinos turísticos españoles las playas pueden ser usadas casi todo el año, o los 12 meses en el caso de Canarias.

Pero nuestros competidores tienen además otro problema: la privatización de las mejores playas, en el caso francés, o de casi todas ellas en el italiano, con el consiguiente encarecimiento de las vacaciones, o simplemente la falta de espacio para turistas extranjeros al acopiar los locales los espacios existentes.

La Unión Europea ha tomado nota de esta situación indicando al gobierno italiano que debía someter las concesiones a concursos periódicos. Los tribunales tanto europeos como italianos han dictado numerosas sentencias en el mismo sentido. Cada año el Gobierno promete hacer los cambios necesarios, Bruselas se olvida y las concesiones se renuevan. En el año 22, Draghi prometió revisar la situación, pero Meloni se ha olvidado.

Desde la directiva del año 2000, que extendió las normas del mercado único a los servicios, cualquier entidad europea debería poder competir para gestionar los establecimientos balnearios mediante ofertas públicas, pero el lobby de los concesionarios de servicios en las playas son poderosos y se resisten a acatar esa normativa.

En estas condiciones, Francia e Italia rivalizan con nosotros en el mismo espacio geográfico, pero no por la misma clientela. Nuestros competidores son Grecia, Turquía y, en menor medida, Portugal. Todos ellos, de nuevo, tienen, por motivos climatológicos, una estación más reducida que la española, pero en temporada su oferta es buena y las costas extensas.

En cuanto a la relación precio-calidad, el producto español aventaja al italiano o al francés y es similar al griego o al turco. A medio plazo, solo Turquía es una seria amenaza para el liderazgo turístico de España en el turismo de sol y playa.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).