El dicho ancestral está a punto de convertirse en realidad, pero no por el encuentro casual, que más bien sería serendipia o, en lenguaje llano, chiripa, sino porque ya casi no quedan parejas de ciudades que no puedan ser conectadas en vuelos directos en menos que dura un día.

La circunferencia de la tierra mide unos cuarenta mil kilómetros, por lo que la mayor distancia que puede existir entre dos puntos es de veinte mil kilómetros. Las dos grandes ciudades más alejadas entre sí que he encontrado son Beijing (China) y Buenos Aires (Argentina), que distan entre 9.000 y 10.000 kilómetros. Todavía no disponen de vuelos directos entre sí, principalmente porque no ha surgido la necesidad comercial, pero lo lógico es que sea posible en los próximos años.

Airbus ya ha terminado su primer A350 900 – Ultra Long Range, que puede volar más de veinte horas, es decir, algo más de 17.000 kilómetros. Singapore Airlines quiere usarlo para volar desde Singapur hasta Nueva York -19 horas- y reanudar una operación que tuvo que cancelar por el precio; Qantas quiere volar unir Sídney y Londres -20,5 horas-, en 2022, para lo que espera propuestas de Airbus y de Boeing.

Suscripción

Los medios de comunicación han recogido la realización el pasado 25 de marzo del primer vuelo directo entre Australia y Gran Bretaña en diecisiete horas, realizado por Qantas, convirtiendo en obsoleta la antigua ruta del canguro. A pesar de la enormidad de la distancia, no es el más largo de los que operan en la actualidad, siendo claramente superado por el Aukland (Nueva Zelanda) – Doha (Emiratos Árabes Unidos), que exige 18 horas y 20 minutos.

Como recuerda Simon Ousborne en el Fnancial Times, estos avances son posibles por una mayor eficiencia en el consumo de combustible, del que se gasta un 30% solo en su propio transporte, y que es el componente de mayor peso en unos aviones que se han aligerado notablemente con la utilización de composites de fibra de carbono. En comparación, los pasajeros pesan nueve veces menos que el combustible al despegue de estos vuelos de ultra larga distancia.

Una vez dominada la tecnología, aparece la cuestión humana: ¿Vale la pena pasar casi un día entero encerrado en un avión por ahorrar unas horas? Los que viajan por motivos profesionales y valoran el tiempo dirán que sí, a pesar del incremento del riesgo de trombosis venales debido a la inactividad por lo que los expertos recomiendan aspirina, calcetines de compresión, estiramientos periódicos y no tomar alcohol.

Las familias con hijos pequeños evitarán esos vuelos, tanto para los padres como para el resto de turistas se estropea la experiencia del viaje a base de escuchar eso de “papá, ¿cuándo llegamos?”.

Así que no tema nuestra eficiente industria turística y se apoye en lo que vendemos mejor que nadie: viaje corto, buen clima, cerveza buena y barata alegría para todos.