Los descensos en el número de turistas extranjeros llegados a España en los dos meses principales del año, una caída del cinco por ciento en julio y del dos en agosto, han sido ampliamente recogidos por los medios de comunicación con escandalosos titulares como “la mayor caída de los últimos diez años” o “el peor verano desde 2008” prestando atención a los porcentajes y no a los números absolutos, y mucho menos a los ingresos que es lo que debería importar. Al coro de las plañideras por el pasado, se suman las Casandras por el futuro, como si de una tragedia griega se tratara, encabezadas por el mismo Presidente de  la Confederacion de Agencias de viaje de España (CEAV) que nos augura un descenso del veinte por ciento en el número de turistas de sol y playa del año próximo.

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Parecía que el descenso ya estaba descontado al producirse la esperada recuperación de Turquía, tanto por la mejora de la seguridad como por la devaluación de la lira, al igual que las de Túnez y Egipto de menor importancia para nuestros destinos. Sin embargo, estamos tan fijados por los árboles de las cifras de viajeros –bien alentados históricamente por las autoridades nacionales y de las CC.AA.- que no vemos el bosque de un sector que está teniendo un magnifico año que terminará, en todo caso, como el segundo mejor de la serie, por encima del extraordinario 2016 en cuanto a las cifras y previsiblemente como el mejor en cuanto a los ingresos y a la ocupación hotelera.

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Entre las plañideras y las Casandras no se encuentran las autoridades -nunca quieren interpretar ese papel– ni las patronales del sector que están bien al tanto de lo que ocurre. Alguna de ellas, como la Unión para la Promoción Turística de Madrid, han pedido incluso a los medios que no envíen mensajes catastrofistas y que hagan un análisis objetivo y profesional.

Y el verano ha sido bueno a pesar de que han concurrido un conjunto de circunstancias negativas que es difícil que se repitan. A las señaladas de Turquía, hay que sumar un caluroso verano en Europa (especialmente en Escandinavia), con  mundial de futbol incluido, la pérdida de valor de la libra  por el Brexit venidero, la subida del petróleo por la crisis con Irán, la caída del rublo, la quiebra de un par de importantes turoperadores rusos, el retroceso del yuan-renmimbi por la guerra comercial China-EE.UU. y la crisis en Venezuela, Argentina o Brasil. Por el contrario, a los que pagan en dólares sus vacaciones en España les salen más baratas.

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Todo el descenso en cifras se debe a británicos y alemanes, especialmente familias que encuentran una buena alternativa en  hoteles ‘todo incluido’ en Turquía -cuando se paga para cuatro se mira la pela – y ha afectado especialmente a Canarias y a Cataluña, donde también han jugado otros factores.

La caída de franceses en julio se arregló en agosto cuando ya eran campeones y, a la inversa, más nórdicos vinieron en el primer mes cuando todavía no se creían que este año, excepcionalmente, el verano duraría más de una semana y dejaron de venir en agosto cuando lo increíble se convirtió en realidad.

Juagando con los números vemos que el número de turistas alojados en establecimientos hoteleros se mantuvo estable y el de pernoctaciones creció, si contamos las de los nacionales que también gastan euros. Los que han dejado de venir son los que se alojan en una extraña clasificación que incluye el INE en su encuesta de FRONTUR y que se denomina “alojamiento de no mercado” y cuyo principal apartado es el de viviendas de amigos y familiares, más de diez millones a lo largo de todo el año. En agosto la caída fue de más del 16 por ciento y va por encima del 5 en el acumulado. Como nadie se puede creer que diez millones de extranjeros  pasen sus vacaciones en España invitados, lo lógico es concluir que ahí  están incluidos los que alquilan y pagan casa o apartamento en origen, al margen de la hacienda española y muchas veces también de la local. Al ser encuestados ocultan esa realidad. Como declaran un gasto menor de la media esta sube cuando ellos no están.

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El resultado es que, estadísticamente, tanto el gasto total como el medio y especialmente el diario suben – más del diez por ciento este último en agosto –sin necesidad de que los que vienen gasten más, sino al excluir a los que no han venido que gastaban menos. Un éxito al menos estadísticamente.

Y así seguiremos todo el año. Cuando el frío empiece en noviembre en Antalya y dure hasta abril, unos y otros se acordarán con nostalgia  de que en Canarias, en la Costa del Sol o en Benidorm, las cervezas se toman al sol, y todos reconoceremos que al final 2018 ha sido un gran año.

PS. La princesa troyana Casandra era profeta, pero nadie la creía por una maldición de Apolo. Anunció repetidamente la caída de Troya y advirtió sobre el engaño del caballo.