Opinión

Los 10.000 millones de Arabia Saudí

Entre los grandiosos planes del príncipe de Arabia Saudí, figuran el de plantar 10.000 millones de árboles y recibir 100 millones de turistas en el año 2030

Entre los grandiosos planes del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman —conocido en los medios como MBS— figura la ‘Iniciativa verde’. Dicha medida pretende que el país consuma, para el año 2030, el 50% de la energía necesaria con renovables y el otro 50% con gas, y de paso plantar 10.000 millones de árboles —sic— para ayudar a la revolución ecológica.

Uno de los objetivos de ese proyecto es el desarrollo del turismo hasta alcanzar un 10% por ciento del PIB. El proyecto turístico más importante es el del Mar Rojo, en la costa del país, con la colaboración técnica de grandes nombres como el arquitecto Norman Foster. Pretenden recibir 100 millones de turistas en el año 2030  —recordemos que Arabia Saudí se abrió al turismo internacional no religioso en el 2019—.
 

Mohamed Bin Salman y la ‘Iniciativa verde’. Foto Mohamed: Wikimedia Commons (CC BY SA 3.0)

También se marcaron como objetivo que la sede de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en la que ingresaron en el año 2002, actualmente en Madrid, se trasladara a Riad. Para ese objetivo contaban con la complicidad del secretario general de la organización, el georgiano Zurab Pololikashvili. Objetivo frustrado tras la reacción del Gobierno español que logró los suficientes apoyos para impedirlo.

La principal arma de MBS es la que ya señalaba Quevedo:

Madre, yo al oro me humillo

él es mi amante y mi amado

pues de puro enamorado

de continuo anda amarillo

Que pues que doblón o sencillo

hace todo cuanto quiero

poderoso caballero es Don Dinero.

Dinero con el que MBS acaba de comprar el equipo de futbol inglés Newcastle, lo que ha suscitado preocupación en el resto de los equipos de la Premier.
 

Bandera del equipo de fútbol Newcastle United

Un prestigioso diario británico señalaba recientemente que la mayor parte de los grandes planes del príncipe no se convierten en realidad.

Ni el de reducción de emisiones de los gases de efecto invernadero, de 2015, ni el de crear la primera ciudad con cero emisiones de CO₂ han avanzado notablemente y se ignora la evolución del mayor proyecto de energía solar del mundo en colaboración con el SoftBank japonés, en el que se invertirían 200.000 millones de dólares.

MSB tiene la lengua larga, pero el brazo operativo del sistema es corto.

Como es bien sabido, el turismo abre, no solo las fronteras, sino también las mentes. Será imposible que, por más que los “guardianes de la fe” lo intenten, evitar que se vea lo que ocurrirá tras las invisibles cortinas del conjunto turístico del Mar Rojo: alcohol, bikinis en la playa, minifaldas en la calle y mil cosas más que, o provocarán las iras de los conservadores, o las ansias de apertura de los escasos innovadores.

En un momento en el que en el mundo occidental aumenta la preocupación por el medio ambiente, Arabia Saudí no es un ejemplo. El inmenso consumo de energía, especialmente en el verano por el sofocante calor, provoca la producción de grandes cantidades de CO₂ —incluso más por habitante que Estados Unidos y tres veces más que España—.

 A pesar de sus intentos para pasarse a las energías renovables, el Reino depende del petróleo para financiar los megaproyectos de MSB y carece de incentivos para cambiar.

La sede de la OMT no podía ir a Riad por muchos motivos, como expliqué en mi anterior artículo.
 

A la izquierda, distintas vistas de Riad | Wikimedia Commons (CC BY SA 4.0). A la derecha el Mar Rojo

La reunión de la asamblea general en Madrid a finales de noviembre tendrá lugar un mes después de la de Naciones Unidas en Glasgow (Escocia, Reino Unido) sobre el cambio climático —COP 26—, que ampliará el acuerdo de París (Francia) —COP21— de 2015 y que es el primer acuerdo universal y jurídicamente vinculante sobre cambio climático.

El resultado de las elecciones en Alemania supone la entrada de los verdes en el Gobierno. Y en abril las presidenciales francesas evidenciarán la potencia de los ecologistas. Los movimientos feministas en todo el mundo tampoco estarían muy contentos.

Los ecologistas que fueron capaces de frenar la tercera pista del aeropuerto de Heathrow (Londres, Reino Unido), la expansión del Charles De Gaulle (París) y recientemente la del Prat (Barcelona) se muestran recelosos de cualquier política que no favorezca la progresiva reducción de nuestra dependencia de la energía no renovable.

El problema no está en si una organización menor de Naciones Unidas tiene su sede aquí o allí, sino en la adecuación de las decisiones estratégicas a las necesidades y exigencias del futuro próximo. En ese sentido, no parece que la elección del turismo como sector prioritario sea la más adecuada para un país con las características del Reino de Arabia Saudita. Crecerán, sin duda, porque acaban de empezar, pero no llegarán a los 100 millones de turistas en el tiempo previsto. Afortunadamente para ellos y para el resto del mundo.

 

 

Ah, y tampoco plantarán 10.000 millones de árboles.

Y por el camino tendrán que mejorar sus políticas, no solo en materia de medio ambiente, sino también derechos humanos en general.

Aunque Quevedo tuviera razón, que la tenía, a veces el oro brilla demasiado y termina cegando al que lo posee.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).

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