Brasil ha tomado una decisión cuanto menos polémica. La Armada ha decidido hundir el último portaaviones con el que contaba, el ‘São Paulo’. Lo ha hecho a 350 kilómetros de la costa brasileña, justo en el límite con aguas internacionales, en una zona con más de 5.000 metros de profundidad. Los grupos ecologistas han alertado sobre la bomba medioambiental que supondrá este hundimiento controlado.

Y es que el buque en cuestión contaba con toneladas de sustancias tóxicas: 10 toneladas de amianto, más de 300 toneladas de material contaminado con PCB (bifenilos policlorados) altamente tóxicos y un tonelaje adicional de metales pesados ​​y pintura. “Todo ello sin duda contaminará el ecosistema marino en el área del vertedero en los años venideros. Los ambientalistas que habían estado trabajando para facilitar el reciclaje legal y seguro de la embarcación están horrorizados por la decisión”, han explicado desde Shipbreaking Platform.
 


Según los ecologistas, “lo que ha hecho la Armada violó tres tratados ambientalistas internacionales”:

  • Convenio de Basilea: Porque la Marina no autorizó el atraque del barco en puerto brasileño una vez que regresó a Brasil. El buque había sido vendido a una empresa que iba a desguazarlo en un astillero de Turquía, sin embargo, a mitad de camino la embarcación se vio obligada a regresar porque el país otomano le denegó el permiso de atraque. De acuerdo con el Convenio de Basilea, el país exportador —en este caso, Brasil— tenía la obligación de velar y hacerse cargo de su eliminación “de manera ambientalmente racional”.
  • Convenio de Estocolmo: Este tratado sobre contaminantes orgánicos persistentes prohíbe la eliminación de PCB en el mar.
  • Convenio y el Protocolo de Londres: En este caso, el Convenio y el Protocolo de Londres estipula que no se puede realizar un hundimiento provocado y controlado en el mar sin limpiar primero el buque de sustancias tóxicas.

De esta forma, Brasil merma su imagen cara al exterior, lo que podría perjudicarle turísticamente. Por otro lado, de producirse algún tipo de vertido, el sector turístico también se vería afectado negativamente, ya que el ‘São Paulo’ ha sido sumergido frente al puerto de Suape, ubicado a unos 50 kilómetros al sur del destino de Recife.