China ha encontrado una nueva forma de influir en sus países vecinos. El puesto que anteriormente ocupaban la importación de mangos, carbón o salmón, ha sido tomado por el turismo.

El gobierno de Beijing está utilizando el flujo de visitantes chinos que viajan a los países de alrededor como arma de negociación para aquellos países que no se muestran de acuerdo con su línea política. Este tipo de presiones ya se habían constatado en el caso de Taiwán y ahora es el turno de Corea del Sur.

Con motivo del despliegue del escudo antimisiles en Corea del Sur por parte de Estados Unidos, el gobierno chino está impidiendo a grupos de turistas viajar a dicho país, golpeando tanto a su mercado turístico.

"Si no haces lo que los líderes políticos de Pekín quieren, te castigarán económicamente", asegura Shaun Rein, fundador de China Market Research Group, con sede en Shanghái. 

Y parece que estas presiones funcionan ya que el touroperador Korea-China International Tourism ha anunciado caídas del 85% en el número de turistas chinos que llegan al país. Mientras que antes de implantarse el escudo antimisiles recibían unos 4.000 visitantes al mes, esta cantidad se ha reducido a 500.