Berlín se ha convertido en un campo de batalla urbanístico. La capital germana está viviendo un proceso de transformación urbana con el temor a convertirse en una nueva Londres. Hasta el momento, estaba caracterizada por sus rentas bajas, por su gran cantidad de espacio y, por tanto, por un fácil acceso a la vivienda barata.

A Berlín llegan cada año 50.000 nuevos residentes procedentes de toda Europa más los 12 millones de turistas que la visitan, un aumento de la población que ha provocado un incremento de los precios de la vivienda.

Ante tanta presión, han surgido brigadas “antigentrificación” que atacan con violencia las viviendas de nueva creación que sustituyen a las de rentas más bajas desplazando a la población tradicional. También los hay que presentan demandas, mientras que las autoridades intentan tomar medidas para frenar este fenómeno.

En algunas zonas es común encontrar numerosas viviendas con cristales rotos por los ataques de estos escuadrones.

La situación ha llegado a tal punto que los caseros advierten a sus inquilinos para que cierren las contraventanas, para protegerse contra pedradas. Además, la policía ha tenido que colgar carteles en los que aseguran que “Si ve un delito, no mire hacia otro lado, llame inmediatamente a la policía”.