Bien es sabido que España es el destino con mayor competitividad en el sector turístico, debido a la calidad de sus infraestructuras alojativas, su patrimonio cultural, su seguridad y su sistema público de sanidad. Así lo describía el último informe del Foro Económico Mundial, que comparaba el sector turístico de unos 136 países. Además, este aspecto también estaba refrendado por las cifras ya que 2016 ha sido un año récord con más de 75 millones de turistas y se espera que en 2017 sea superada.

No obstante, el apogeo del turismo “low cost”, así como las trabas político-legislativas, están obstaculizando el impulso de los negocios en el país. El turismo, aunque es uno de los grandes impulsores económicos, también es uno de los principales motivos de la creciente tasa de paro en España. ya que la economía del país está íntimamente ligada y sometida al turismo.

Por otro lado, el sector tampoco está propiciando el incremento de las PYMES, a las cuales les supone un gran hándicap el contratar a más personal debido a los elevados costes laborales. Esta situación favorece la precariedad laboral, los bajos salarios y la falta de impulso a las pequeñas-medianas empresas, caracterizan la estructura laboral del país.

Un estudio elaborado por la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, confirma que “la presión sobre el trabajo en España es insostenible en términos de desarrollo y competitividad empresarial”. El cual es mucho mayor que el de otras economías más maduras.