Quizás habría que comenzar contestando a este interrogante que formulo. Debería estar ya claro que, el turismo como actividad económica cambia en general a peor o degrada la biodiversidad de los entornos en los que se desarrolla, tanto desde la propia oferta turística (equipamientos, accesos, infraestructuras, facilidades, etc.) como por el impacto directo e indirecto de la demanda.

Quizás esto ayude a comprender por qué no existe el denominado “turismo ecológico”, ya que el impacto causado, sea de mayor o menor intensidad, siempre afectará a un ecosistema y, por lo tanto, no debería llamarse ecológico.

Pero, para quienes tengan alguna duda, aclaremos qué significa la biodiversidad o diversidad biológica y así se entenderá su gran importancia para todos. La biodiversidad significa la variedad de seres vivos que existen en un entorno determinado (no importa el tamaño de dicho entorno), además de sus relaciones entre sí y con el medio que les rodea. No solo es el resultado de una evolución de miles de millones de años, sino que es el reflejo perceptible de la salud de un ecosistema. Además, ayuda a predecir el futuro de ese medio, a través de bio-indicadores. Es decir, se puede averiguar cuál podría ser su fecha de caducidad.
 

Foto: Pixabay

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Pero si hablamos de turismo en general y de destinos turísticos estos están ubicados siempre en algún ecosistema, tanto en una fase primaria, cuando comienza el desarrollo de la oferta, como en una etapa de consolidación. Siempre existirá algún tipo de ecosistema, aunque se encuentre en una situación muy degradada, porque hay que recordar que incluso en los destinos turísticos urbanos, conviven muchos y diferentes seres vivos. Y, entre ellos, nosotros los humanos, ya sea como comunidad anfitriona o como visitante.
 

Un entorno natural (incluyendo destinos urbanos) es la base para poder ofrecer satisfacción a los visitantes, porque nos pueden ayudar a tener un alto o bajo nivel de bienestar


Un entorno natural (incluyendo urbes o destinos urbanos) es la base para poder ofrecer satisfacción a los visitantes, porque genera una serie de reacciones bioquímicas en nuestro organismo que nos pueden ayudar a tener un alto o bajo nivel de bienestar durante la estadía, y es algo planificable y de fácil percepción.

Es algo similar a la absorción de la vitamina N o los baños shinrin yoku que conlleva una serie de beneficios científicamente demostrados para quienes lo disfrutan.
 

“…hablamos no solo de compensación por los efectos negativos sino de algo clave para la supervivencia y calidad, que es la regeneración de destinos y entornos…”


Por tanto, si la diversidad biológica genera múltiples efectos positivos en el turismo y toda su cadena de valor es lógico que esta actividad productiva contribuya de forma directa a su preservación y mejora. Y si hablamos de resultados más directos, y de mucho mayor impacto, esta acción supera con creces a la de la huella de carbono.

Así, hablamos no solo de compensación por los efectos negativos, sino de algo clave para la supervivencia y calidad, que es la regeneración de destinos y entornos, algo estrechamente relacionado con la biodiversidad.

Quizás sería bueno recordar que la actividad turística, como otras, causa una serie de impactos negativos, pero en algunos casos es el turismo el que ha contribuido a la conservación de áreas naturales y de especies de fauna en peligro de extinción, como puede leerse en este artículo sobre los peligros y beneficios del ecoturismo en la fauna.

La solución al dilema entre conservación de la diversidad biológica y el desarrollo turístico, aunque pueda costar creerlo, es la aceptación de modelo o modelos de gestión turística basados en la sostenibilidad y en la regeneración para conseguir acometer la hoja de ruta de la competitividad como objetivo del negocio.

 

*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.