Ya sea un hotel, restaurante u otro, el modelo de negocio es el que es, pero la diferencia la marcará la gestión de los trabajadores, y su implicación.

Conseguir mantener en el tiempo un nivel excepcional de implicación es básico para el reconocimiento de los clientes y el éxito empresarial.   

Todas las empresas, sean o no hosteleras, basan su funcionamiento en la aplicación de unos conocimientos, su actualización, en la gestión y el modo en que sus trabajadores aplicarán esos conocimientos.

Un trabajador al dar por concluida cualquier actividad realizada en su día a día está tolerándose y marcándose un nivel de efectividad e implicación que va a repercutir en el compañero y finalmente en el cliente, y en su grado de satisfacción resultante. 

Como es obvio, el control y seguimiento de esas acciones es imprescindible pero sin duda con una estrategia empresarial basada en el trabajo en equipo y en la motivación personal y grupal, esas acciones apenas necesitaran seguimiento y mantendrán un nivel óptimo de calidad.

Los parámetros mínimos a cumplir para lograr la satisfacción del personal y así conseguir su implicación los marcan los convenios, pero aún más el sentido común. 

Suscripción

En empatizar, formar  y comunicar con el equipo está la clave, crear un clima de compromiso y atención en busca de la satisfacción de los clientes, pero una satisfacción con un nivel superior, máximo.

Dar respuestas con argumentos a preguntas como: 

  • ¿Si yo fuera determinado empleado cómo me podrían motivar para que me implicara más?
  • ¿Cómo mantendría esa motivación?
  • ¿Cómo influirá esa motivación en los demás trabajadores?

Y si se sigue sin lograr ese objetivo marcado, identificar las causas, ya que pudieran ser ajenas a la empresa, ser consecuencias de la actitud negativa y de rebeldía de uno o varios empleados, que en el caso de existir se deben identificar y separar del resto, intentando encauzar y hacerles ver dos verdades empresariales:

  1. Sería incoherente no reconocer por parte de cualquier trabajador que nadie es imprescindible.
  2. Si se pretende, siempre se puede mejorar la situación, de lo contrario si no mejora, se erradica el problema prescindiendo de ese/esos trabajadores conflictivos. Esta circunstancia hay que ponerla encima de la mesa, ya que se olvida que un trabajador no debe morder la mano que le da de comer a él, y mucho más importante al conjunto de compañeros de la empresa.

Así que el reto radica en conseguir ‘el gurú’ que tenga la habilidad de gestionar personas y darle alas para que lo haga, y aquí está parte de lo más complicado de esta estrategia: Esas alas, no deben tener excepciones debido a amistades o compromisos, eso pondría en riesgo la optimización del servicio que es lo que los clientes buscan y en consecuencia también se pone en riesgo la buena marcha del equipo, por lo tanto de la empresa.