Todo efecto conlleva una reacción, por lo que si se pretende conseguir una trascendencia positiva, se tendrán que planificar y analizar las acciones a realizar, su modo y consecuencias.

  • ¿Cómo conseguir el mejor efecto?
  • ¿Cómo se logra? 
  • ¿Qué métodos garantizan ese efecto dominó? 

Antes de analizar estas tres cuestiones debemos recordar como culminan los efectos dominó; y lo hacen de manera sobresaliente, generando deleite y dejando una sensación de plenitud, placer y satisfacción.

Así que ya tenemos la clave para conseguir dicho efecto. 

¿Cómo conseguir el mejor efecto?

Con análisis, considerando pros y contras.

Ese análisis tiene que realizarse con objetividad y conocimientos tanto teóricos y prácticos, como de las nuevas tendencias. De esa manera conseguiremos que dicho estudio sea realista, coherente y válido, generando las claves que podrían potenciar la empresa hostelera.

Pero cuando hablamos de nuevas tendencias, no solo nos debemos centrar en implantarlas sino también, y es muy importante, desestimar y descartar aquellas acciones que por desconocimiento, desfase o desuso, no generen satisfacción sino más bien críticas y rechazos. Descartar acciones que restan es muy trascendental, incluso aquellas acciones recién implantadas. No por ser nuevas tendrían que perdurar en el tiempo. 

La idea es que cada acción o propuesta que se realice genere, como en el efecto dominó, una cascada de consecuencias positivas que a su vez se vayan multiplicando y aumentando dicho efecto con ramificaciones que culminen todas en reacciones positivas.

Reitero: las consecuencias deben ser plenitud, placer y satisfacción.

¿Cómo se logra? 

Transformando cada una de las acciones en algo máximo en cuanto a atención y servicio. Pero para argumentarlo y explicarlo con nitidez pongo siempre el ejemplo del servicio que se ofrece a un cliente que solicita un refresco de cola, una ‘Coca Cola’.

Cuando un cliente pide una ‘Coca Cola’, siendo coherente en el tiempo que se tarde en realizar dicho servicio, en un nivel mínimo de profesionalidad y en lo que se facture por ella, no parece que pudiera ser sorprendido gratamente, pero ahí empiezan los errores. Porque, por el contrario, lo más común es generar sensación de decepción. Entre lo que suele fallar se encuentra:

  • Refresco poco o nada frío. Carecer de ella y suplantar por otras marcas. 
  • Vaso inapropiado, sucio, viejo, rallado, etc.
  • Poco hielo, medio deshecho o acuoso.
  • Luquete (rodaja de limón) incompleto poniendo solo medio, seco, pequeño o inexistente, con mala imagen, restos de pegatina de marca en la piel. 
  • Ausencia de aperitivo o con mala imagen, o nada coherente debido al momento o la elección del mismo, sin dar u ofrecer previamente entre varias opciones. 

En este ejemplo en el que se solicita una ‘Coca Cola’, estos y otros matices en el servicio son claves para que se cree un efecto dominó y se genere plenitud, placer y satisfacción. 

¿Qué métodos garantizan ese efecto dominó? 

La actitud y el propósito de mejora, esa es la herramienta a utilizar. 

Cuando se mejora se consigue optimizar algo, conseguir mejores resultados. Es así de claro, no necesita más argumentaciones, solo comentar que esa mejora se consigue

  • en primer lugar con motivación: hay que sentir el deseo de mejorar para proponérnoslo en serio y realizarlo. Este propósito debe latir en todo el equipo empresarial, cuantos más miembros lo sientan y practiquen, será más probable conseguir el propósito y contagiar a los miembros que no lo perciban o lo hagan en menor medida.
  • y cuando ya se ha inculcado, ya se tiene el deseo de mejorar, con formación continua. 

Ahí estará ese efecto dominó: Acciones sencillas que en su conjunto están interrelacionadas generando con ello valoraciones satisfactorias que el cliente, los clientes querrán repetir y además compartir con su entorno.