Parafraseando a Kaufman, el profesor de la London School of Economics, John Van Reenen, ha calificado el “minipresupuesto” presentado por el ya ex Ministro de Hacienda británico, Kwasi Kwarteng, como la nota de suicidio más larga de la historia. Y la más eficaz. Solo un mes después de presentar la nota fue debidamente cesado.

En una semana, el partido laborista, que ya llevaba una ventaja de 17 puntos en las encuestas, la aumentó hasta los 33, lo que permitió a su líder Keir Starmer, presentarse como un hombre de Estado.  Incluso se permitió el lujo de utilizar la frase de Luis XV: “Après moi le diluge” transformándola en “Après vous” para indiciarle el futuro a la Sra Truss.

El “minipresupuesto” rebajaba impuestos a contribuyentes con altos ingresos por importe de 50.000 millones de euros y comprometía otros 150.000 para apoyar a familias y negocios a pagar la energía en los próximos 6 meses.

Como no permitió que el independiente “Office for Budget Responsability” evaluara el documento, lo hicieron directamente los mercados con una caída histórica de la libra, una venta masiva de bonos por el aumento del endeudamiento y el correspondiente alza de los tipos de interés.

Banco de Inglaterra. Foto: Pixabay

Banco de Inglaterra. Foto: Pixabay

El Banco de Inglaterra intervino con una masiva compra de bonos, con efecto tranquilizador. La Señora Truss dio marcha atrás en las rebajas y la libra se recuperó, pero no su reputación. Con el cese de Kwarteng y el nombramiento de Jeremy Hunt, parece que la marcha atrás continuar hasta volver a la casilla de salida.

Al mismo tiempo, se supo que el Reino Unido era la única economía del G7 que todavía no se había recuperado y que el daño por el COVID y el Brexit había sido mayor de lo que se creía. En el lado positivo, el ahorro es superior al de antes de la pandemia.

El objetivo del nuevo gobierno es estimular el crecimiento con medidas clásicas de la escuela de Chicago. Pero algunos economistas aseguran que el verdadero problema de Reino Unido es el escaso crecimiento de la productividad, lo que plantea un problema a largo plazo.

Si el gobierno británico decide suicidarse, que le vamos a hacer. Pero las convulsiones repercuten aquí.

Los tipos de interés ya estaban altos, para combatir la inflación y la libra baja, especialmente frente al dólar con el que hay que comprar o alquilar los aviones y pagar el combustible. En total, cerca de un 40% de los gastos fijos de cualquier compañía aérea.

Las familias verán disminuida su renta disponible para comprar las próximas vacaciones drenada por hipotecas y arrendamientos más altos.

La historia nos indica que cuando se producen este tipo de situaciones, la mayoría de los británicos reacciona no suspendiendo sus vacaciones, sino recortando la estancia o yendo a un sitio más barato, lo que afectará a los destinos en los que hay que pagar en dólares que, además, son lejanos, lo que ha encarecido el transporte, especialmente Estados Unidos. Antes de la pandemia, los británicos realizaban 5 millones de viajes—por supuesto muchos de ellos de negocios—. Lo lógico es que parte de ese tráfico—sol de invierno a Florida—disminuya favoreciendo a Canarias.

En términos relativos, España tiene grandes ventajas competitivas en nuestro mercado más importante: los británicos, que en 2019, se gastaron en España cerca de 15.000 millones de euros —un 20 % del total del gasto extranjero— realizaron también un porcentaje similar de viajes.

Turistas en la playa. Foto: Pixabay

Turistas en la playa. Foto: Pixabay

Son los primeros en algunos de los principales destinos como Costa del Sol, Ibiza, Canarias o Benidorm, los que más pernoctaciones hoteleras realizan. Y también son los más repetidores. Como es bien sabido, en momentos de incertidumbre tendemos a viajar a lo conocido y España lo es para los británicos de todo tipo: hay vuelos directos desde 27 aeropuertos británicos, otros tanto españoles, algo impensable entre cualquier otra pareja de países europeos. La duración habitual de los vuelos va de unas dos horas y media a la península y Baleares hasta las cuatro y media de Escocia a Canarias. Distancias cortas y muchas frecuencias garantizan menores costes.

Si al importe del transporte y al conocimiento del destino sumamos la seguridad jurídica y médica y el precio en destino, tanto de los hoteles como de los supermercados, especialmente del vino, la cerveza y las bebidas alcohólicas, queda claro que partimos de una situación de ventaja para luchar por la cuota de un mercado con tendencia descendente. Esto ya ocurrió durante la crisis que empezó en el 2008. Los jubilados, además, sin hipoteca, piensan que les puede salir a cuenta cerrar algún tiempo su casa inglesa para no gastar en calefacción mientras se calientan al solecito de Benidorm pinta de cerveza en mano. 

El ahorro embolsado puede servir para las siguientes vacaciones, pero el temor al futuro de los planes de pensiones garantizados, salvados por la compra de bonos del Banco de Inglaterra, sigue latente y ese sí que es un peligro que nos afectaría a todos.
 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).