Conciliar vida profesional y personal siempre ha sido y será un reto. Si a eso sumamos la formación continua, esta se convierte en una dificultad añadida por innumerables variables donde las empresas, las instituciones, la sociedad en general, no lo pone fácil. Me explico.

Acabo de terminar mi grado en Turismo y no me causa ni más ni menos satisfacción que el mero hecho de haber conseguido el objetivo, que no es poco dadas mis circunstancias personales, en dos años.

Pero lo que me apena es que nuestro sistema educativo universitario siga tan arcaico, tan alejado de la realidad empresarial, intentando subirse al carro de la innovación con una enseñanza online que no va a cambiar en absoluto la formación y capacidad de los futuros graduados, es más, dudo que incluso mejore al sistema tradicional de asistencia porque se pierde por el camino un valor tan interesante como el de la interacción social directa entre individuos.
 

Interacción social directa entre empleados y becarios de una empresa

Interacción social directa entre empleados y becarios de una empresa

Que un grado como el de Turismo, en un país donde el sector tiene un peso tan importante en su economía, no tenga desde el primer curso un enfoque teórico-práctico más desarrollado me parece un disparo en el pie en nuestra lucha de mejorar y ofrecer una mayor calidad de servicios y productos. Si los recursos universitarios estuvieran enfocados a la calidad y a la excelencia en vez de a la consecución del título, el panorama de nuestro sector sería otro. En vez de mal hablar inglés, se hablaría con fluidez; en vez de empezar a trabajar sin ninguna idea o experiencia aceptando sueldos paupérrimos, se llegaría con un bagaje y experiencia a las espaldas; en vez de... tantos ejemplos caben en estas líneas.

Que la opción a todo este desastre sea la educación privada tampoco tiene mucho sentido. Una formación enfocada en la excelencia no debiera ser pagada y ni siquiera "maquillada" con plataformas online y marketing donde se vende que, estudiar en un Starbucks, es posible, sobre todo cuando se trata de un Estado que depende tanto de este sector.

 

 

Los estudiantes deberían tener la oportunidad de meter las manos en la masa de su futuro empleo desde el primer día que empiezan su carrera, pero a cambio nuestros políticos se preocupan más de promover iniciativas bastante estériles sin que nadie se escandalice de los resultados que, año tras año, vemos en las estadísticas, informes, etc. Esto debería cambiar y me preocupa enormemente que exista un conformismo que convierte a la universidad, punto de encuentro del conocimiento, en una mera oposición o filtro para poder engalanar un CV que vendrá vacío de experiencia laboral real y lleno de frustraciones en la mayoría de los casos.

Agradecer a mis compañeros de trabajo, amigos y familia la ayuda que me han prestado para terminar este grado que me ha dado una perspectiva distinta, gracias a la experiencia acumulada, a aquella del grado que acabé hace más de 20 años. 

 

* Manuel Rosell Pintos es experto en dirección empresarial, marketing y turismo. Actualmente es CEO de la consultora turística Abbatissa y la start-up hotelera Spot Hotels.