Tras la quiebra de Thomas Cook no se dejan de escuchar voces que se quejan de la dependencia de la touroperación que hay en Canarias y que remarcan la necesidad urgente de deshacerse de la misma mediante la intensificación de la ventas con otros canales e incluso algunos señalan la importancia de crear ya un touroperador canario, o mejor aún, una línea aérea propia.

A mí me parece bien la búsqueda de nuevos mercados, captar clientes por nuevas vías de comercialización y, si es posible, que sean directas. Me parecería genial, igualmente, tener línea aérea propia, pero el motivo de estas líneas no es analizar la complejidad de estos aspectos de los que la gente habla con tanta facilidad sin entrar en el nivel de dificultad, el coste y el riesgo que conllevan; estas líneas las quiero dedicar a otro aspecto que ha surgido ahora y que me choca enormemente, ya que veo que nadie de los afectados sale a la palestra: la demonización que se está haciendo de los touroperadores como si fuesen el origen de nuestras desgracias y el motivo de nuestras penas.

Yo, personalmente, lo tengo claro: Canarias no estaría hoy en día donde está si no fuese por lo que han hecho para esta tierra los touropeardores.

Thomas Cook colapsa
 
A fin de cuentas Estas empresas no dejan de ser intermediarios  -con la de connotaciones que tiene esta palabra-, pero son intermediarios que asumen los riesgos que conlleva el negocio; es decir, una vez firmados los contratos con los hoteles, en algunos casos con garantías de ventas, estos intermediarios hacen un folleto, lo distribuyen en miles de agencias, hacer road shows y presentaciones por diversas ciudades de sus países, organizan viajes promocionales para que los  agentes de viajes conozcan mejor el destino y facilitan así su venta, y –no nos olvidemos- ponen las plazas de avión para traer a los turistas al destino. Estas plazas son ofrecidas, en algunos casos, por medio de compañías aéreas propias y, en otros, contratadas a compañías aéreas independientes, siendo estas últimas en muchas ocaciones garantizadas por parte del touroperador para asegurarse los cupos a los destinos.

Todo esto, que sería del todo inasumible para el sector hotelero en los términos en los que trabajamos en la actualidad, lo hace el intermediario a su cuenta y riesgo. Sí, es cierto que en los contratos se negocia una participación porcentual de la producción para apoyar estos aspectos, pero la organización, la infraestructura y, sobre todo, el riesgo lo asume el TO, no el sector hotelero.

Tampoco lo asumen los nuevos jugadores que han aparecido en la escena turística, me refiero a las OTAs o los bancos de camas. Estos han llegado para aprovechar un negocio existente y del que brillantemente saben sacar tajada, son empresas que sin duda también crean valor al sector y que han sabido detectar los puntos débiles de la touroperación para entrar con buen pie en el negocio turístico: nos referimos a la flexibilidad de tarifas, la rapidez de reacción, la automatización de la operativa con información prácticamente en tiempo real, e incluso se puede decir que mejorando las modalidades de pago al ser en muchos casos tarifas no reembolsables o bien con políticas de pagos no tan leoninas como los TT.OO.

otas

OTAs

 

Pero yo hasta ahora no he visto a ninguna OTA ni a un banco de camas garantizar plazas aéreas para un determinado destino, ni realizar promociones salvo las que no sean en sus propios soportes online y en las que también debe participar el hotelero. Tampoco las he visto garantizando cupos en los hoteles salvo algún compromiso en forma de depósito que finalmente no es más que un adelanto de los pagos más que una garantía de ocupación. Tampoco los he visto firmando contratos por 3- 5 años con pagos anticipados que han permitido que muchas de las fortunas turísticas que tenemos en la actualidad hayan podido acometer proyectos hoteleros en algún momento dado de su historia.

Creo firmemente que hay negocio para todos en nuestro sector, aquí estamos todos para ganar dinero y ser rentables y cada uno, por lo tanto, ha de aprovechar sus momentos en esta partida para sacar su tajada, aquí no hay buenos ni malos, ni siguiera los hoteleros, pero no me parece bien poner de malo siempre al mismo.

Ahora que estamos en proceso de quitar los nombres a las calles franquistas, lo próximo será quitar los nombres de las calles a los TT.OO., si por alguno fuera.