El próximo día 20 tendrá lugar una manifestación bajo el lema "Canarias tiene un límite". Detrás de esta manifestación hay un descontento por cuestiones relacionadas con la falta de gestión del turismo.

Tenemos que tener claro que en Canarias no tenemos un problema de masificación turística, como podrían ser congestiones de visitantes en atracciones turísticas (como hubo en Venecia o Dubrovnik), sino que estamos ante un descontento social que se fundamenta, básicamente, en dos cuestiones: congestiones de tráfico y escasez/precio de alquileres, que son consecuencia de no haber gestionado el crecimiento turístico y la variable poblacional en ninguna de sus dimensiones (infraestructuras, viviendas públicas, alquiler vacacional, etc.). Y este descontento ahora es proyectado directamente sobre el turismo. Por tanto, no es un tema de «demasiados turistas», sino la ausencia de gestión de ese flujo de turistas e incapacidad de crear una narrativa adecuada para comunicar a la población la importancia del turismo para la región (genera más del 90% del empleo de forma directa, indirecta y derivada).

A pesar de que los promotores de la manifestación afirmen que la protesta «no va contra el turismo como actividad» varias de las reivindicaciones de la protesta (laprovincia.es, 01.04.24) son puramente turísticas y llevan implícita una cierta aversión al turismo:

1. Moratoria turística

Reclamar otra moratoria del desarrollo turístico, sin matizar ni diferenciar tipologías alojativas, resulta anacrónico y simplón. Recordemos que las plazas tradicionales regladas (p. ej. hoteles) están restringidas por los parámetros restrictivos vigentes de la última moratoria (2015) y la materialización de dichas plazas está sujeta a las ubicaciones concretas previstas en las planificaciones correspondientes. Y de la penúltima moratoria (Ley Medidas Urgentes, 2009) aún hay unos 1000 millones pendientes en pago de indemnizaciones.

Sin embargo, no ocurre lo mismo con el alquiler vacacional, donde impera el crecimiento desmedido en cualquier sitio, una anarquía absoluta. El alquiler vacacional no precisa de una moratoria que consolide la actual oferta, sino más bien de una desclasificación de aprox. el 80% de la oferta actual (50% por ser clandestina o no cumplir estándares mínimos, y un 30% por su condición de pseudo-hoteles), camas que posteriormente se reclasificarán (o no): las viviendas si cumplen los estándares de la nueva Ley y los edificios vacacionales como unidades completas si se atienen al epígrafe previsto de "parahotelería".

2. Cobro de una tasa verde a los visitantes

Pensar que una tasa turística arreglaría la problemática de la depuración de aguas vuelve a ser un enfoque simplón. Aparte de que estas inversiones en infraestructuras tienen que acometerse del presupuesto corriente (que, en el caso de las depuradoras, no se ejecutan porque no produce votos), la Administración sería incapaz de destinar los ingresos a «proyectos verdes», como ya se ha visto en el caso de Baleares. Además, resultaría paradójico atracar el bolsillo de los turistas, y con ello reducir el número de visitantes, mientras se pierden subvenciones mucho más altas por no saber gestionar los fondos de la UE.

3. Prohibición de la compra de viviendas por no-residentes

¿Recurrir a la batería pesada sin haber agotado antes la artillería de primera línea? Quizás en algún momento futuro haya que contemplar alguna acción como esta, pero en ningún caso como la primera media sin haber agotado antes todas las medidas que sí se encuentren dentro del ámbito de la normativa europea y la economía de mercado, como son, por ejemplo, la mejora visible de la FP dual (para mejorar la empleabilidad del residente y atraer menos mano de obra foránea), la regulación definitiva del alquiler vacacional y la construcción de viviendas sociales.

4. Cambio de modelo turístico

Plantear para Canarias la reconversión de hoy para mañana a un modelo exclusivo para turistas de alto gasto es algo utópico, temerario e infantil. El modelo turístico actual no se puede cambiar, pero sí se puede (y debe) mejorar, hacerlo más sostenible y diversificarlo para mayores poderes adquisitivos. Es decir, dada la imposibilidad de una diversificación significativa en los otros sectores económicos de Canarias, las vías de nuestra diversificación están dentro de lo que mejor sabemos hacer, el turismo. No es cuestión de cambiar el modelo turístico, sino de cambiar el modelo de cómo gestionar el turismo.

 

No es sobreturismo, sino ausencia acumulada de gestión turística

En definitiva, Canarias no tiene un problema de overtourism (no hay una saturación de visitantes en espacios turísticos), sino más bien de undermanagement (inexistencia de una gestión estratégica del turismo durante las últimas décadas).

He clasificado a conciencia de "pseudoaversión" al turismo este post, pues no considero que se trate de una aversión real al visitante o extranjero; no es una turismofobia real, sino una errónea proyección hacia el turismo de un descontento social causado por las graves saturaciones de tráfico y la, no menos grave, situación del alquiler. Pero por ser —a mi parecer— una proyección equivocada, no deja de ser menos peligrosa y letal en sus posibles efectos mediáticos.

A pesar de ser el único motor económico relevante de Canarias, es muy probable que el día 20 una parte de los manifestantes provoquen algunos titulares de turismofobia (¡la cual realmente es inexistente en Canarias!), que veremos en directo nosotros y nuestros mercados emisores. Serán titulares que atentarán directamente contra nuestro único y más preciado Bien de Interés Económico, el turismo, en el contexto de la libertad de expresión, acompañada, en este caso, de la libertad democrática de cavar nuestra propia tumba.  

 

*Artículo publicado originalmente en el blog de Antonio Garzón, sitio web del autor, que es fundador y gerente de Nutrihotel (nutrihotel.com).