Aunque no soy canario de origen, vivo, trabajo y disfruto de esta maravillosa tierra desde hace 28 años. En este tiempo, he sido testigo del notable cambio demográfico e inmobiliario que ha experimentado el archipiélago. En los años 90, se hablaba poco de sostenibilidad, pero sí de empleo, mejora en la calidad de vida y servicios para los residentes. Muchos aprovechábamos cada viaje a la península para compras, revisiones médicas e incluso para visitar a familiares que estudiaban fuera debido a la limitación de centros educativos locales.

Durante estos años, hemos presenciado cómo la calidad de los servicios ha mejorado considerablemente, con escasas limitaciones y una calidad que no tiene nada que envidiar a otros destinos. Sin embargo, también hemos observado que el crecimiento de la población residente y de visitantes no ha sido acompañado por un desarrollo equivalente en infraestructuras, lo que ha generado cuellos de botella y una saturación que afecta negativamente a la calidad de vida de los residentes. Este es un hecho que debemos entender y aceptar, pero ¿debemos culpar al turismo por ello? Desde mi perspectiva, el turismo no es el problema, sino la falta de una planificación adecuada y un crecimiento sostenible.

La manifestación planeada será sin duda una fuente de noticias para la prensa sensacionalista, que exagerará cualquier detalle para obtener titulares impactantes. Imaginemos la perspectiva de un turista británico o europeo que desea disfrutar de unas agradables vacaciones en nuestras queridas islas, valorando principalmente el clima y la calidad y amabilidad de sus habitantes. Este turista contribuye a mantener nuestros empleos, que son la fuente de ingresos y sustento de nuestras familias. ¿Qué pensará al ver el lema "tourist go home"?

El turista más comprensivo puede pensar: “Déjenme en paz con sus problemas internos, yo no soy culpable de nada, solo quiero descansar y disfrutar". Sin embargo, muchos otros podrían optar por no venir “por si acaso”. ¿Debemos matar al perro solo porque ladra al cartero cuando entrega el correo y este último tiene miedo de hacer su trabajo? No debemos olvidar los beneficios que nos aporta esta querida mascota: seguridad, compañía, amor y la posibilidad de ampliar nuestra red social.

Es crucial recordar los enormes beneficios que trae consigo el turismo y buscar con conciencia soluciones a los problemas actuales derivados de la falta de desarrollo sostenible. Es necesario que, por ley, todos los proyectos se desarrollen de manera sostenible y generen verdadera riqueza para la zona, evitando convertirse en un problema adicional para el municipio. Por ejemplo, al plantearse la construcción de un nuevo hotel, este debería ser completamente sostenible. Debería contar con una potabilizadora para su autoconsumo y capacidad suficiente para suministrar agua a la red municipal si fuera necesario. Además, debería disponer de una planta depuradora para evitar la saturación de la planta actual. Asimismo, debería estar equipado con suficientes placas solares fotovoltaicas para abastecer todo el hotel y enviar electricidad adicional a la red, junto con sistemas de geotermia para el calentamiento del agua y minimizar el uso de calderas de biomasa. También se deberían proporcionar habitaciones adecuadas para el personal, garantizando condiciones de vida dignas y confortables, en lugar de hacinamientos.

Comencemos por ahí: promover nuevos productos turísticos completamente sostenibles y trabajar en soluciones coherentes para los problemas existentes. En ningún caso la solución debe ser “matar al perro”.

 

*José Ángel Vázquez Romero es director del Hotel H10 Timanfaya Palace (Lanzarote), director del área de Alojamientos Turísticos del Colegio Profesional de Turismo y miembro del claustro en el MBA Turismo del Instituto Canario de Turismo