Si como analista y asesor no recomendara activar la oferta, no estaría haciendo bien mi trabajo. Pero mientras que muchos empresarios reconocen que todo es mejorable, pocos realmente se interesan y se ponen en actitud de cambio y logran esas mejoras.

Las cartas son el inicio de una relación; según lo interesantes que resulten, así irá trascurriendo esa conexión cliente/empresa hostelera. Del poder de atracción de la variedad de la oferta y la manera en que se presente y se describa cada elemento, dependerá que sea una carta más o una propuesta nueva y sugerente. 

Si nos planteamos la pregunta ¿Cómo son las cartas que te ofrecen cuando eres cliente?, raro será que no se responda que más o menos todas iguales. Si esa es la percepción respecto a nuestra oferta, el interés que se genera es mínimo, cuando la realidad es que quien lee una carta desea encontrar aquello que no buscaba. Aquello que le haga ilusión, le sorprenda y le genere consumir.

A continuación mencionaré 7 consideraciones que repercutirán positivamente en las apreciaciones de los clientes y sus pedidos una vez lean la manera de presentar la nuevas propuestas. Se trata de visualizarlas mentalmente y comprobar su idoneidad.

Carta de menú

1. Su función:

Aunque parece muy obvio, la realidad es que intento dejar a muchos empresarios con una reflexión expuesta encima de la mesa: Las cartas son el medio directo para dar a conocer por escrito las ofertas de la empresa y fomentar la venta. Ya se pueden ver infinidad de cartas como las de cerveza, aguas envasadas o de almohadas.

Pero donde quiero incidir es en aquellas empresas que pudiendo generar ventas con distintos tipos de servicios no utilicen este soporte, las cartas, para fomentar más ventas, flujo de clientes y rentabilidad. Son pocas las empresas que teniendo la posibilidad empresarial, ofrezcan y dispongan en sus mesas:

  • Cartas de desayuno a primera hora.
  • Cartas de aperitivos y tapas.
  • Las más conocidas y utilizadas, las de restaurante para almuerzos y/o cenas.
  • Y las de cafés especiales, combinados y cócteles para después de los almuerzos y cenas.
  • Las cartas de meriendas.

No hay duda que todas ellas fomentan la venta, y si no se consigue en ese momento, dejará un mensaje y propuesta que seguro no será negativa. 

2. El tamaño:

  • De la carta en sí misma: Ni muy grande, ni pequeña. Grande seria incómoda y molesta en el servicio del restaurante (llegarían a tropezar con las copas) y pequeña seria incomoda de leer. En la actualidad, las más grandes deberían ser como mucho del tamaño de un doble folio (una vez abierta), mientras que las pequeñas temdrçoam qie ser tamaño folio (diseñada horizontalmente).
  • Tamaño de la oferta: No debe ser muy extensa, demasiadas posibilidades generan estrés e indecisión, la elección de la oferta por parte de la empresa requiere coherencia y estudio, también por razones de rentabilidad, completando solo las dos caras internas de ese doble folio sería lo ideal, ya que la carta de postres se presentara de manera independiente.
  • Tamaño de la fuente del texto: Algo bastante molesto es encontrar los caracteres demasiado pequeños obligando a forzar la vista o textos largos qué más que un enunciado parecen describir métodos de elaboración, y aunque no depende del tamaño, el tipo de fuente no debe ser incomodo de entender. 

3. Durabilidad y presentación: La viabilidad de variar la carta estacionalmente primavera/verano y otoño/invierno, adecúa la oferta gastronómica a la climatología. Las carátulas de las cartas (portada y contraportada), aunque estén plastificadas, cuando se ensucien o deterioren deben ser desestimadas automáticamente, al igual que se hace con las hojas del interior o cualquier otro elemento. Lamentablemente en la actualidad esa desestimación no ocurre en la mayoría de los locales de hostelería, algo que sin duda es una muestra de despreocupación y desidia. 

Por cierto esas hojas del interior, resultan muy gratas a la vista y al tacto cuando son de papel de calidad, no blanco y algo que suele agradar es su personalización cuando están escritas a mano o con alguna cenefa decorativa u otro motivo diferenciador en sus márgenes. Aunque, desde luego, una vez hecha la primera a mano, podrán ser fotocopias de calidad.

4. Adaptabilidad: Otra de las cuestiones que detecto frecuentemente es la falta de interrelación/comunicación en el momento en el que se entrega la carta al cliente y a la hora de tomar la comanda. El personal que obviamente conoce la carta y la forma de operar de su empresa, no suele tener en cuenta que el cliente lo desconoce. Por ejemplo. en una carta de cuatro apartados (Entradas, Sugerencias Carnes y Pescados -Postres aparte-) cualquier oferta del grupo de los pescados y/o las carnes podría perfectamente ser una entrada para compartir, esa opción hay que enseñar a nuestro personal a brindarla.

5. Diferenciación de guarniciones y presentaciones: Esto se debe mencionar en las cartas pero después debe de ocurrir en el momento de "pasar" el pedido. -Cada manjar base una guarnición, y una guarnición para cada manjar base. Repetir las guarniciones o que no estén diferenciadas para cada manjar base podría ser apreciado como falta de minuciosidad y cuidado por el buen maridaje entre manjar base y su guarnición. (Y ocurriría lo mismo a la hora de utilizar la vajilla, si se utiliza frecuentemente  una presentación en pizarra, acaba desmereciendo y resultando algo frecuente y con un resultado nada excepcional.)

Carta de menú vinos
 
6. El menú especial: Un menú especial es una oferta diseñada para que resulte una elección diferenciada, bien por su composición, por su coste, ambos motivos u otros. Suele ser una propuesta poco utilizada u ofrecida cuando un buen diseño puede lograr:
  • Ser atractivo.
  • Ser bastante rentable.
  • Ser de fácil y rápida ejecución, lo que resulta idóneo plantear para momentos de máxima afluencia.

Uno de los más frecuentes es el menú especial para celebraciones (Navidad, día del padre, etc.) pero sus posibilidades son infinitas (Menú de tapas, por ejemplo).

Otra oferta muy interesante sería la de ofrecer la posibilidad de solicitar menús concertados para días que no hay prevista actividad empresarial (Días de cierre, los fines de semana en las empresas que están ubicadas en polígonos industriales, zonas de oficinas y lugares donde la actividad en los fines de semana es nula o en los casos inversos.- entre semana no hay actividad y si los fines de semana- ) No es cuestión de 2×1, ni descuentos económicos, se trata de diseñar y aumentar una oferta más atractiva y polivalente.

7. Postres: Por suerte la innovación en los postres está en auge, algo que el cliente agradece y la facturación de la empresa lo siente. Ya es frecuente encontrar cartas de postres en las q tienen guarnición (Ej.: Tarta de tres chocolates con puré de fresas) algo que contribuye a resultar más atractivo y al consumo.

Mencionar que aunque muchos empresarios optan por postres industriales, (como por ejemplo los helados) los postres son la manera de culminar almuerzos y cenas y que esos postres industriales, siendo atractivos y rentables, se suministran con infinitos grados de calidad, y eso se detecta, juzga y valora. Pero se están desestimado postres que han tenido una gran aceptación y que han desaparecido de las cartas (los zumos de naranja, el queso como postre, la famosas tartas de Santiago flambeadas con orujo o las tartas de whisky. ¡¡Ah...!! ¿Y qué fue de aquellos moscateles y vinos dulces para acompañar a esos postres?). 

Y es seguro que a más de un comensal le gustaría volver a deleitarse recordando y conociendo aquellos platos y postres, placeres, pero si no se logra que los visualicen antes de solicitarlo en las cartas, no lo hará.