“El agua es el medio ambiente”, destaca Ángel Simón Grimaldos, presidente de Agbar y vicepresidente ejecutivo de SUEZ España, Sur de Europa y Latinoamérica, en una entrevista en exclusiva para Tourinews.

Agbar es una gestora de agua presente en más de 1.200 municipios españoles y todos los países de Latinoamérica. Ofrecen servicio a gran escala, en ciudades tanto residenciales como turísticas, y por ello insisten en la importancia de concienciar a los turistas, y a la población en general, acerca de cuidar y hacer un uso responsable del agua. Además, el presidente propone implantar “circuitos cerrados” para alcanzar la “máxima eficiencia” en la reutilización del agua y reducir la huella hídrica.

P: Cuando hablamos de agua, ¿se podría decir que es sinónimo de medioambiente?

R: El agua es el medioambiente. Evidentemente también lo componen otros muchos aspectos complementarios, pero el eje central del medioambiente y de los ODS –Objetivos de Desarrollo Sostenible que ha marcado las Naciones Unidas– es el agua.

P: Y cuando un destino turístico está al 100% de su capacidad, ¿para ustedes es bueno o es un cuello de botella?

R: Para nosotros es un cuello de botella. Estar al 100% no es sinónimo de ganar dinero, sino que significa que tenemos sobrecostes extremos en puntas. ¿Sabes qué ha sido lo maravilloso de tener una ciudad residencial durante el Covid-19? Que toda la infraestructura de agua funcionaba de la misma manera, sin tensiones, sin puntas. Es como cuando vas por la autopista a 100. Pero, en cambio, tener una ciudad turística al 100% es como ir pasando de cero a 100 en 30 segundos. En una ciudad como Barcelona, que es residencial con un componente turístico muy importante, tenemos las puntas el 23 de junio –con la verbena de San Juan y el comienzo del verano– y el 24 de diciembre –con Nochebuena–. Pues imagínate en Santiago de Chile, que el verano empieza el 21 de diciembre y, por lo tanto, la punta es el 24 de diciembre con el efecto de Nochebuena y el verano juntos. Es tremendo. Y, si fuera una ciudad turística, sería peor todavía.
 

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P: ¿Se puede educar al turista en cuanto a cómo ayudarnos a gestionar mejor el agua?

R: Sí, yo lo he visto en los hoteles. Algunos ponen unas recomendaciones de, por ejemplo, no lavar tantos las toallas. Pero a mí me parecen insuficientes. Desde las distintas empresas del Grupo Agbar estamos trabajando mucho en dar recomendaciones y formación a nuestros escolares porque, si nuestros escolares llegan formados, no hacen falta las recomendaciones. Pero, efectivamente, yo creo que al turista se le podría dar más recomendaciones. Nosotros tenemos redactadas diez reglas que tendría que seguir todo el mundo, no solo el turista.

P: ¿Cree que el turismo todavía tiene margen para ser más eficiente en lo que se refiere al consumo de agua?

R: Sí, todas las industrias tienen margen suficiente. Lo primero que hay que establecer son los circuitos cerrados. Estamos hablando de reutilización de agua en el sistema global urbano y, por lo tanto, en los hoteles tenemos que hablar de circuito cerrado. Eso es lo que te da la máxima eficiencia de agua. Cuanto más pequeño sea el circuito, más sostenible y eficiente seremos.

P: El sector turístico está siendo señalado por su huella de carbono. ¿Qué impacto tiene el agua en ella?

R: La huella de carbono es uno de los temas en los que hay que encontrar ese compromiso con la sociedad y la mejor manera de hacerlo es poniéndole un precio al carbono. Si pones un precio al carbono, puedes paliar esa huella de carbono. Hay otro concepto que no estamos trabajando demasiado y es el de huella hídrica. Cuando consumimos un tomate en Madrid que proviene de Marruecos, ese tomate tiene una huella de carbono –porque ha tenido que ser trasladado–, pero también una huella hídrica, porque estamos utilizando un trasvase de agua al producirse en un sitio y consumirse en otro. Así, habrá ciudadanos en algunos lugares que tendrán una huella hídrica superior a los recursos de ese territorio. El turista no tiene huella hídrica, sino que la hace en el destino. Por lo tanto, lo importante es que la huella hídrica de ese turista sea la mínima posible y ahí volvemos al tema de la circulación del agua. Si tenemos circuitos abiertos, no vamos a ser sostenibles y la huella hídrica será superior. Tenemos que tender a huella hídrica.

 

*Este artículo forma parte de una entrevista dividida en cuatro fragmentos