Hoy en día existen aplicaciones para casi todo. Por ejemplo, la app We Consent o aplicación del consentimiento, es una especie de contrato digital grabado antes de mantener una relación sexual. Existe y se utiliza en Estados Unidos con el objetivo de "simplificar los informes de agresiones sexuales y alentar una filosofía de consentimiento”.

Si extrapolamos esta experiencia al sector turístico, tener una aplicación para detectar turistas incívicos podría facilitar a hoteleras, restaurantes y otros establecimientos recreativos y de ocio decidir si dejan entrar o no en su local a determinadas personas que tienen antecedentes de comportamientos incorrectos.

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De hecho, en agosto del pasado año, los hoteleros mallorquines elaboraron listas negras de clientes incívicos y comparten sus identidades en una base de datos, donde aparecen los nombres y apellidos de los vándalos, número de sus respectivos documentos de identidad y su nacionalidad. Al final del documento se notifica la causa de la expulsión. Esos datos circulan de hotel en hotel, vía correo electrónico, para que los vándalos no puedan ser realojados en establecimientos de la zona.

Un listado de estas características sería muy útil también para anfitriones de Airbnb, bares, restaurantes y otros locales relacionados con la industria turística en cualquier lugar del mundo.

De hecho, en el año 2016, China anunció que haría mención pública de las personas que escribieran sus nombres en el campo base del Everest, para que sintieran vergüenza y se lo pensaran dos veces antes de dañar los paneles que proporcionan información sobre la montaña en distintos idiomas.