Hace tan solo unos días, la bloguera, youtuber e instagramer Dulceida, que cuenta con 2,2 millones de seguidores en Instagram, 1.635.184 suscriptores en Youtube y  223.011 seguidores en Facebook, viajaba con una conocida escuela de idiomas al continente africano para promocionar unas becas que llevan su nombre.

Nada habría causado polémica si Aida Domenech (nombre verdadero de la bloguera) no hubiese subido un stories a su Instagram en donde se veía como unos niños, en las inmediaciones de la reserva nacional de Masái Mara, llevaban las gafas de ella y de su mujer. En la imagen se podía leer: "una hora con ellos no ha sido suficiente! Feliz por haberlos hecho sonreír". Y luego añadía: "ahora tienen nuestras gafas de recuerdo, yo sus sonrisas y el tiempo con ellos". Y entonces, se desató la polémica trayendo una oleada de críticas, algunas de ellas muy irónicas.

Algunos usuarios de las redes no comprendían por qué era necesario alardear de ser solidario; tampoco el motivo por el que mostraba la cara de unos niños cuyos padres, probablemente, no habían dado su autorización; o de si era o no de recibo ético que cobrara dinero por publicar ciertas imágenes patrocinando determinadas empresas.

La polémica no sorprendía por primera vez a la bloguera, ya que anteriormente en Sudáfrica y en plena crisis del agua en el país, apareció en una de sus instantáneas sumergida en una bañera. Algo que fue duramente atacado ya que muchos no entendían cómo podía viajar a un país y vivir completamente ajena a su problemática ecológica.

A pesar de lo frívolo que pudiera parecer este asunto, Dulceida, sin proponérselo, ha traído nuevamente al debate público el “complejo del blanco salvador” o el “volunturismo”, es decir, que celebrities y personas anónimas, en la mayoría de los casos occidentales, se fotografíen en zonas empobrecidas. Una práctica habitual y que hemos visto con muchos otros personajes públicos como Angelina Jolie, Oprah Winfrey, David Beckham o la Reina Letizia.

Noruega, en contra del “volunturismo”

El pasado mes noviembre en Noruega se dieron los premios Radi-Aid, enmarcados dentro del proyecto Rusty Radiator, cuyo objetivo es cambiar la manera en la que se promueve la solidaridad; es decir, buscan acabar con los estereotipos. A través de diversas campañas de concienciación, desde la organización promueven que no se perpetúe la idea de “la persona blanca salvadora”. De hecho, han lanzado un decálogo de preguntas básicas que hacerse antes de publicar una foto en un lugar empobrecido. Por ejemplo, incitan a que cada uno se pregunte:

  • ¿Cuál es mi intención al publicar esta foto?
  • ¿Conozco a las personas que aparecen en ella y su historia personal?
  • ¿Están ellos de acuerdo?
  • ¿Le puedo dar a la persona una copia de la foto?
  • ¿Es la foto respetuosa con las creencias de la persona que aparece en ella, así como con las creencias locales?
  • ¿Me estoy mostrando como un héroe en esta foto?

A este proyecto se suma la cuenta de Instagram @barbiesavior, donde se ironiza, mediante la reproducción de actitudes estereotipadas, sobre el comportamiento de muchos turistas en las redes sociales cuando viajan a países pobres.

Muchos son los turistas que cada año viajan a lugares exóticos para hacer rutas en safaris, sumergirse en la cultura, conocer la tradición local o para realizar labores humanitarias. Y pese a que las intenciones cuando se viaja en la mayoría de los casos son loables, quizás habría que repensar y analizar desde una perspectiva sosegada la manera y el contexto en el que se publican ciertas imágenes en las redes sociales. Porque tal vez, sin quererlo, mediante inofensivas instantáneas se están perpetuando actitudes y estereotipos que en nada modifican a mejor la sociedad en la que vivimos y perjudican, por tanto, la concepción social del turismo.