Los destinos turísticos de España se caracterizan por sus playas, sus paisajes, su interés cultural, su vida nocturna y otros tantos factores que atraen a más de 68 millones de personas al año. Sin embargo, muchos puntos de la geografía ibérica están marcados también por otro tipo de visitantes que son menos bienvenidos que los viajeros: las especies invasoras.

Ya sea por la mala imagen que pueden proyectar de una ciudad y de su limpieza; por la destrucción de fauna y flora autóctona, que son atractivos complementarios de muchos destinos; por los problemas que pueden provocar en infraestructuras básicas para el sector turístico; o simplemente por su capacidad para herir o asustar a los viajeros; muchas especies animales generan un gran problema para España y para la principal fuente de ingresos de su economía.

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Un molusco capaz de paralizar centrales eléctricas

El mejillón cebra es uno de los mayores enemigos de las aglomeraciones de agua dulce de Cataluña, Andalucía y el norte de España. Esta especie procedente del Mar Caspio y el Mar Negro está catalogada como muy peligrosa. Afecta especialmente al sector pesquero y al turismo ya que su presencia fomenta la aparición de algas. Uno de los aspectos más preocupantes del mejillón cebra es su enorme capacidad de reproducción, que afecta especialmente a las infraestructuras hidráulicas al obstruirlas por saturación. Las centrales nucleares tampoco se libran de su presencia, de hecho Garoña podría ver peligrar sus sistemas de refrigeración.

Así, podría poner en peligro los suministros eléctricos de áreas de gran afluencia de turistas. Además, la acumulación de varias capas de esta especie invasora supone también un peligro para los bañistas puesto que sus valvas son cortantes.

Los archipiélagos españoles: tesoros naturales en peligro

Tanto las Islas Baleares como las Canarias destacan por ser enclaves elementales para el turismo español, así como para la preservación natural del país. Entre ambos archipiélagos acumulan cinco Parques Nacionales -Caldera del Taburiente, Garajonay, Las Cañadas del Teide y Timanfaya en Canarias; y el Archipiélago de Cabrera en Baleares- y ocho reservas de la biosfera de la UNESCO.

No obstante, no están exentas de la aparición de especies que hacen peligrar su ecosistema. La fauna única de las islas españolas tiene un gran tirón como atractivo turístico, aunque se ve amenazada por nuevas especies.

Es el caso de la isla de Tenerife cuyos hermosos suelos marinos tienen gran atractivo para los submarinistas y fotógrafos subacuáticos que se enfrenta a la proliferación de los erizos lima. Estos erizos también llamados diadema tienen unas púas negras extremadamente largas y afiladas, alcanzan de 30 a 40 centímetros de tamaño y habitan zonas rocosas: cuevas y grietas. Esta especie proveniente del mar Caribe y que se encuentra de forma natural en Islas Salvajes, Cabo Verde, el Golfo de Guinea o las propias Islas Canarias, ha mostrado un crecimiento desmedido en estas últimas. Además de poner peligros a otras especies que componen el atractivo suelo marino de la isla, suponen una incomodidad para bañistas y apasionados de los deportes acuáticos.

En la vecina de Gran Canaria se enfrenta, por su parte, a un peligro que repta sobre sus tierras y que puede suponer el fin de muchos de sus lagartos y aves. La culebra californiana real ha demostrado ser un reptil que se ha adaptado con sorprendente rapidez a esta isla. Esta serpiente, originaria del Oeste de EEUU, llegó a la isla por capricho de algún coleccionista y fue encontrada por primera vez en libertad en Gran Canaria en 1998. Con el paso del tiempo su número se ha disparado. De hecho, en los campos de la zona centro de la isla (Telde y Valsequillo) se han capturado 3.032 ejemplares desde 2008. Pese a que no supone un peligro para el hombre sí que lo es para dos especies autóctonas como el icónico lagarto gigante de Gran Canaria, (Gallotia stehlini) y la lisa de Gran Canaria (Chalcides sexlineatus).

Y hablando de serpientes e islas es de obligada mención la plaga de culebras nadadoras que se está desarrollando en Baleares. Las culebras de herradura suponen un quebradero de cabeza para los biólogos ya que son buenas nadadoras y podrían alcanzar los islotes de las Reservas Naturales de es Vedrà y los Illots de Ponent donde se crían aves en peligro de extinción o vulnerables y habitan subespecies de lagartijas cuyas poblaciones son escasas.

Pequeños pero matones

La costa del Mediterráneo no se libra de contar con sus propias plagas y en este caso son los insectos más pequeños los que crean los mayores quebraderos de cabeza. Es el caso del picudo rojo, un insecto proveniente del sudeste asiático que arrasa con todas las palmeras que caracterizan al Levante español.

Especialmente alarmantes han sido los efectos de este animal sobre el Palmeral de Elche, con más de 200.000 ejemplares el más grande de Europa y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco cada año. Sólo en el municipio de Elche, estos pequeños bichos infectan 50.000 ejemplares al año.

El otro gran enemigo del Mediterráneo es el mosquito tigre, cuya zona de aparición se recorre el litoral de norte a sur, desde Barcelona, donde fue encontrado por primera vez en España, hasta Málaga. Este insecto especialmente agresivo, suele ser protagonista de los veranos, dejando picaduras muy molestas a locales y extranjeros. Además, es transmisor de enfermedades como el chikungunya.

Las inevitables plagas urbanas

Donde hay humanos, hay basura. Y donde hay basura suelen aparecer las plagas urbanas: ratas, cucarachas, mosquitos comunes o termitas. Son los enemigos de toda ciudad y, aún más, serían la pesadilla tanto del empresario turístico como del propio turista. La presencia excesiva de cualquiera de estos animales en un destino vacacional puede amargar los días de descanso.

Desde la transmisión de enfermedades hasta las molestas picaduras, estas plagas pueden aparecer en cualquier lugar de la geografía española, aunque obviamente las medidas sanitarias evitan que sea algo común en el caso de roedores y cucarachas. No obstante, se podría decir que el mayor enemigo del turista es la chinche. De hecho, se podría considerar que esta es la plaga que más impacto causa en el sector hotelero.

Por último, a la hora de hablar de plagas que pueden destruir los puntos turísticos de mayor actividad de España siempre cabe mencionar al ser humano. Las actitudes incívicas de muchos que visitan parques naturales o playas paradisíacas suponen también un motivo de preocupación, pues no ayudan a la preservación de los lugares que convierten al país en un 'must-visit''.