Un avión Mc Donnell Douglas MD87 lleva abandonado en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas desde hace 9 años, sin que nadie lo haya reclamado. Ahora, la terminal está intentando dar con su dueño, por medio de un aviso emitido el pasado viernes, 18 de enero, en el Boletín Oficial del Estado (BOE), donde se da parte de la aeronave, con matrícula EC KRV y "en evidente estado de abandono".

Según ha informado El País, cuando un avión se encuentra estacionado en un aeropuerto durante un largo plazo y con signos externos de abandono, se consulta el Registro de Matrículas de Aeronaves de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) y el Registro Central de Bienes Muebles, para averiguar un posible cambio de titularidad y dar así con el último propietario registrado.

A este individuo, el último dueño que aparezca en los registros, se le envía un requerimiento oficial para que salde la deuda por estacionamiento. Si no se abona la cantidad debida, se iniciaría el procedimiento de apremio por medio de la Agencia Tributaria, al tratarse de prestaciones patrimoniales de carácter público.

En el caso de que el propietario no conteste o que haya desaparecido por diferentes razones (fallecimiento sin herederos, liquidación o cierre de la empresa), se iniciaría el procedimiento de la Ley de Navegación Aérea, que contempla la publicación, durante tres meses consecutivos, de la matrícula de la aeronave, el modelo y marca, así como su situación de abandono. Si transcurre un año, desde la última publicación en el BOE, se considera en situación legal de abandono y se inician los trámites para su venta en subasta pública.

Mc Donnell Douglas MD87

Este avión es el único abandonado en las instalaciones de Barajas, según confirmó Aena. Voló por primera vez para Iberia en 1990 y 18 años más tarde fue vendido a la compañía de vuelos chárter, con sede en Albacete, Pronair. No obstante, el aumento del precio del combustible y la Gran Recesión obligaron a la aerolínea a cerrar.

Dos años más tarde, en 2010, fue adquirido por la empresa española Saicus Air, que tenía su sede en Las Palmas de Gran Canaria, pero operaba desde Madrid. No obstante, la aerolínea no llegó a utilizar el avión, que estuvo alquilado a terceros. En diciembre de ese año, a su vez, quebró. A posteriori, alguien se encargó de sellar los motores de la máquina, así como las tomas estáticas, los tubos Pitot y el resto de orificios de la aeronave.