El área del Alentejo es de 27.292 km² —el 30% del total de Portugal—, y a la vez la región menos poblada del país, que se localiza en una inmensa llanura con apenas ondulaciones donde predominan el alcornoque, encinas, olivos, viñedos y también una costa asilvestrada de paisajes increíbles, combinando playas, calas y formaciones rocosas.

Évora se encuentra en medio de esta gran llanura del Alentejo, con una altitud media de apenas 240 msnm y, si bien es una zona de interior, está a apenas una hora del océano Atlántico, lo que le confiere un clima mediterráneo ​ —templado, con verano seco y caluroso que puede superar los 44º C)— con varios microclimas, según su cercanía a Extremadura o al litoral.

La gran cantidad de días de sol con una precipitación media anual entre 500 y 800 mm., crea un clima que es determinante para definir los vinos de Alentejo, que suelen tener un porcentaje alto de alcohol (14,5º), entre otras variables.
 

Cuando los romanos estuvieron en Portugal los productores de vino del Alentejo nacieron verdaderamente"


El Alentejo y Évora es sin duda una región con una historia relevante, ya que atesora restos de diferentes grandes civilizaciones, desde el neolítico, al imperio romano, época medieval, época visigoda y morisca y desde 1986 tiene el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La historia y la ecología humana definen precisamente la relación de los usos del suelo con el territorio y generan un valor clave para el desarrollo local como es el vino que, en definitiva, es una expresión tangible del territorio, su historia y su ecología.

Los vinos maduros del Alentejo están, cada vez más, entre los mejores de Portugal y siempre aumentando el reconocimiento internacional.
 

Interior de bodega de Fitapreta | Foto Arturo Crosby

Interior de bodega de Fitapreta | Foto Arturo Crosby

¿El por qué del vino en el Alentejo? Cuando los romanos estuvieron en Portugal los productores de vino del Alentejo nacieron verdaderamente. Fue en esta época cuando se crearon algunas herramientas como el podão y comenzaron a utilizar cisternas de barro para permitir la fermentación del mosto y almacenar el vino. Se podría decir que eran las primeras barricas que todavía se usan ocasionalmente tanto en Portugal como España, donde se produce un tipo de vino peculiar y muy diferente al embotellado.

Cuando el cristianismo se propagó por el imperio romano, la necesidad del vino para celebrar la eucaristía ayudó a estimular el cultivo de la vid y la producción de los vinos del Alentejo, pero, posteriormente, la ocupación de la zona por los moros, con la prohibición de bebidas alcohólicas por parte de la religión musulmana, pusieron en jaque a los productores de vino locales.

Y, sin embargo, los vinos de esta región llegaron a conquistar mercados internacionales, tal que en 2014 el Alentejo logró el título de "Mejor Región Vinícola a Visitar" en el concurso mundial promovido por el diario USA Today.

Parece que desde hace años vinos y viajes han ido de la mano y las bodegas y sus propietarios han hecho una apuesta importante por el enoturismo. En este 2021 se acaba de celebrar la conferencia internacional de enoturismo de la OMT, muy cerca de Évora, en Reguengos de Monsaraz, lugar muy turístico y zona de viñedos.

En la conferencia se destacó la importancia de desarrollar toda la cadena de valor del turismo para complementar las actividades de las bodegas, como medio para crear más puestos de trabajo y empresas, promover los productos locales y mejorar la experiencia de los visitantes.
 

Exterior de la Bodega António Maçanita (Évora, Portugal) | Foto: Arturo Crosby

Exterior de la bodega de Fitapreta | Foto: Arturo Crosby

Vinos con historia e innovación: el riesgo de atreverse a triunfar

El fundador de los vinos fitapreta, António Maçanita, se le define como disruptivo, innovador, inconveniente, abrumador, atrevido e inquieto. Y más para muchos. Tiene viñedos en varias regiones clave vitivinícolas de Portugal como Alentejo, Duero y las Azores —vinos volcánicos—, con una vocación disruptiva, pero orientada hacia la tierra y el desarrollo sostenible local, siempre teniendo en cuenta ese espíritu innovador.

Lo bonito del enoturismo y de los viajes buscando vinos es que siempre es posible encontrar bodegas y vinos inéditos, relacionando paisajes y costumbres con sabores y ecología humana, que nos ayuda a comprender la existencia de ciertos viñedos y ayuda a crear experiencias que podríamos denominar enoturísticas, gracias a la creatividad de sus diseñadores, que ayudan a desarrollar nuevos productos para diferentes segmentos de la demanda turística en su bodega de Fitapreta, a unos 20 km de Évora. Es necesario señalar que son viñedos orgánicos —no lo mal denominado ecológico— con producción biológica y que me demostró que los vinos orgánicos pueden tener igual sabor, olor y estructura que los convencionales —esto lo digo porque en la reciente feria de Organic Food en Madrid probé varios vinos orgánicos que no daban la talla, para mi gusto—.

Además, esta bodega destaca por su palacete alentejano recuperado del siglo XIV y puesto en valor para su uso gastronómico y vinoteca, además de para eventos, es decir, para enoturismo.

Si quieren saber si merece la pena probarlos, les diré sin duda alguna que sí y mejor en la propia bodega, visitando Évora y el Alentejo. Y si bien admito que siempre me decanto por el vino tinto, me sorprendieron y mucho para bien los blancos y rosados, que seguro repetiré.
 

Degustación de vinos Fitapreta | Foto: Arturo Crosby

Degustación de vinos Fita Preta en Évora (Portugal) | Foto: Arturo Crosby

Para quienes no dominen o quieran sumergirse en este mundo apasionante del vino, les incluyo algunas notas para facilitar los más conocidos tipos de vino de acuerdo a las uvas y sus procesos que se dan en esta bodega de Fitapreta:

El vino tinto es fermentado con uvas tintas, produciendo vinos de color violeta ruby, más o menos intenso, y varias texturas, dependiendo de la concentración de taninos. El color y la textura provienen de las pieles y semillas dependiendo de su maceración

El vino blanco se produce por fermentación de uvas de pieles blancas, sin que el jugo entre en contacto con las pieles. Son afrutados y florales.


El vino rosado se basa en uvas tintas cuyo color e intensidad depende del tiempo de contacto de las pieles con el líquido, que suele ser corto. Es frutado o floral con poca estructura y buena acidez.

El vino espumoso es un vino a base de dos fermentaciones alcohólicas. La primera en una cuba inoxidable, túneles o barricas y la segunda en el interior de la botella —método tradicional— o en cuba.

El vino naranja es un tipo de vino blanco cuya fermentación del zumo se produce por el contacto con las pieles y semillas

El vino flor es un vino cuyo desarrollo es sobre una capa de levaduras conocidas como flor que flota sobre la superficie de vino creando una capa blanca que le protege o aísla de estar en contacto con el oxigeno

Un cordial saludo y disfruten de la vida con estos vinos y esa gastronomía portuguesa alentejana que merece la pena no perderse y siempre repetir.
 

*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.