Este verano los destinos más beneficiados serán los que mejor sepan gestionar el caos, que es lo contrario del caos de la gestión.
Esto no va solo de los destinos españoles, sino de los de todo el mundo. La situación la define muy bien el New York Times cuando asegura que es confusa en todos los lugares.
Empecemos por casa. El fin del estado de alarma no significa que no se puedan mantener restricciones, algo de lo que algunos no han querido enterarse. En comunidades más dependientes del turismo como Baleares y Valencia las autoridades han preferido retrasar la gratificación, manteniendo limitaciones a pesar de los bajos índices, a la espera de abrir completamente cuando los turistas estén preparados para venir. Aún está presente el recuerdo del verano del 2020. Canarias sigue requiriendo pruebas negativas incluso a los vacunados en contra de la recomendación del Consejo de Europa, Baleares acaba de levantar la exigencia. También las exigió Fitur durante los días dedicados a los profesionales. Seguro que en las mesas redondas se discutió cómo abrir nuestros destinos al turismo internacional, pero sus exigencias no van a ayudar.
Por su parte, los vacunados de Muface —más de un millón a estas alturas—, no pueden digitalizar su certificado, que reciben en papel —documento fácil de falsificar—, por no poder acceder a la Tarjeta Sanitaria Digital.
Y qué me dicen de Grecia que ha saltado al ruedo antes de otros destinos admitiendo a turistas europeos y americanos ya vacunados, al mismo tiempo que Gran Bretaña la incluye en el grupo ámbar, con severas restricciones a los turistas a su vuelta a casa, o que Estados Unidos lo hace en el Nivel 4 – No viaje-.
Croacia y Chipre también han abierto ya a los no europeos con certificado. Francia lo hará el 9 de junio
En Alemania las autoridades siguen recomendando no viajar, pero el Instituto Koch que marca las pautas designa a Baleares, Canarias, Comunidad Valenciana, Murcia y Galicia como destinos de riesgo bajo y hay consenso de que en estos lugares están mejor que en su propio país. Al final las autoridades han cedido y desde el 13 de mayo no exigen pruebas a los alemanes vacunados cuando regresen de sus vacaciones.
En Gran Bretaña el Gobierno ha establecido un régimen de semáforo. Los que viajen a países en verde no tendrán controles a la vuelta, los que lo hagan a países en ámbar tendrán que guardar cuarentena y realizar test que serán todavía más duros para los que regresen de países en rojo. De los grandes destinos turísticos solo Portugal está en verde. Italia Francia y España en ámbar y Turquía en rojo. El semáforo se revisará cada tres semanas. El Gobierno recomienda no ir de vacaciones a los a países en ámbar. Inmediatamente hubo una avalancha de reservas a esos países, que ha alcanzado ya los cinco millones, más de la mitad a España.
Mientras tanto los famosos “pasaportes" europeos se han seguido retrasando por una serie de dificultades burocráticas, logísticas y técnicas, aunque el 20 de mayo Parlamento y Comisión llegaron a un acuerdo que permitirá, entre otras cosas, que los vacunados viajen sin más requisitos. En Estados Unidos la Administración Biden se ha negado a crear una base federal de vacunados por lo que serán los Estados y distintas organizaciones los que los emitan.
En Europa todos sabemos que ni las Administraciones ni las empresas ni los trabajadores pueden permitirse un verano como el anterior, por lo que la tabla de salvación será el turismo nacional, como ya se ha visto en los últimos fines de semana allí donde es importante: Francia, Italia España, Escandinavia y Alemania. Difícil lo tienen Grecia, Turquía, Croacia o Chipre más dependientes del internacional.
Este verano los españoles se dejarán en España cerca de un ochenta por ciento del gasto del 2019 por la disminución de viajes al extranjero. Mientras tanto los europeos retrasaran su llegada, pero permanecerán más días de vacaciones y alargaran la temporada, por lo que su gasto será de cerca de un cuarenta por ciento del año de referencia. En total terminaremos el año con unos ingresos del orden del cincuenta por ciento de los del año antepasado.
Eso por supuesto si el caos se gestiona bien y la gestión no genera más caos.